Descentrada, vol. 2, nº 1, e031, marzo 2018. ISSN 2545-7284
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género (CInIG)



DOSSIER / DOSSIER
Género y Música



Encuentros y Desencuentros entre música y género: perspectivas, nuevos aportes y desafíos emergentes

 

Encounters and disagreements between music and gender: perspectives, new contributions and emerging challenges.




Josefina Cingolani

Universidad Nacional de La Plata, Laboratorio de Estudios en Cultura y Sociedad, Facultad de Trabajo Social, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina
cingolanijosefina@gmail.com



Guillermina Guillamón

Universidad Nacional de Tres de Febrero,  Instituto de Estudios Históricos - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina
guillermina.guillamon@gmail.com


Cita sugerida: Cingolani, J. y Guillamón, G. (2018). Encuentros y Desencuentros entre música y género: perspectivas, nuevos aportes y desafíos emergentes. Descentrada, 2(1), e031. http://www.descentrada.fahce.unlp.edu.ar/article/view/DESe031



Durante los últimos años, los estudios sociales de la música han cobrado notable relevancia en el campo de las ciencias sociales. Esta constitución, lejos de haber derivado en la estabilidad del objeto, ha conducido a un constante diálogo -con disputas e intereses siempre presentes- con otros campos disciplinares. Los encuentros entre la sociología, la antropología, la historia y la musicología muestran, así, la necesidad de concebir la música como un objeto sonoro, colocando el énfasis en su especificidad, y como un habilitador de lo social, enfocándose en su capacidad para generar acción.

En este sentido, la tarea de sistematizar aquí los aportes en torno a este campo ha constituido un doble desafío. Por un lado, implicó seleccionar aquellas perspectivas que priorizaron el estudio de la música entendiéndola como un objeto cultural capaz de estructurar y orientar la acción social. Por otro lado, supuso elegir aquellos trabajos que, antes que preocuparse por el lugar de las mujeres en la música, se abocaron a pensar cómo ésta constituye una herramienta que permite construir subjetividades en torno al género.

De este modo, la propuesta del dossier se enmarca en una perspectiva analítica que, proveniente de la denominada sociología de la música, permite situarla como un objeto pasible de ser estudiado desde las ciencias sociales. La clave reside, pues, en ver cómo estos objetos y las interacciones que de ellos se derivan, habilitan formas específicas de hacer, pensar y sentir. La música se constituye, al mismo tiempo, como práctica social y medio sobre el cual se construyen las relaciones sociales. En síntesis, posibilita la agencia de individuos que, lejos de estar solos o ser el centro del análisis, están inmersos en una trama compuesta por otros individuos y por una multiplicidad de mediaciones.1

Sin embargo, lejos de ser el propio objeto aquel que estructura la acción, la habilitación –permisión para la acción— depende de las formas y modalidades en las que los sujetos se apropien de ella. En este sentido, el trabajo de DeNora (2012) muestra que la música también constituye una habilitación para construir imaginarios en torno al género. Ejemplo de ello resulta el análisis de la introducción de la música de Beethoven en “La música en acción: constitución del género en la escena concertística de Viena, 1790-1810”. La propuesta reside en mostrar cómo sus composiciones y la consecuente ejecución habilitaron un proceso de estructuración de la masculinidad al tiempo que excluyeron a las mujeres del repertorio canónico. Así, no fue la obra en sí misma la que motivó tales representaciones, sino que estas se derivaron de un proceso dinámico en el cual existió una configuración mutua entre la música de Beethoven, las ideas de masculinidad a las cuales se asoció y las condiciones de apropiación. Dicha construcción se sitúa en un contexto de época en el que, si bien no existían las diferencias de género en torno a la ejecución, sí se advertían normas de corporalidad –ligadas al decoro y, consecuentemente, a la femineidad—. En síntesis, en palabras de la autora:

“(...) en virtud de las circunstancias que rodeaban su ejecución, la música de Beethoven fue ligándose a la virilidad, y de ese modo ayudó a constituir las ideas decimonónicas sobre la “diferencia” entre los hombres y las mujeres, tanto musicales como extramusicales” (DeNora, 2012, p. 209).

Sin embargo, la propuesta de DeNora debe insertarse en un contexto m ás amplio. Por ello, a continuación, se reponen aquellas producciones anteriores que no sólo inauguraron el abordaje de la relación entre música y género sino que, principalmente, constituyeron las bases sobre las cuales se erigieron los aportes innovadores en el tema. Una de las obras pioneras en conjugar el campo de la música popular con los estudios de género ha sido la titulada Rock and sexuality (1978). Simon Frith y Angela McRobbie presentan allí un aporte para pensar cómo la sexualidad propia del género rock se configura en clave de culturas juveniles. En dicho trabajo, toman distancia de las teorías que planteaban una relación directa entre el rock y una práctica de la sexualidad exclusivamente masculina y, también, de aquellas que lo creían una experiencia libertaria que rompe con cierto ideal romántico burgués. Por el contrario, consideran al rock como un fenómeno que es, por un lado, una forma de expresión sexual y, por otro, una forma de control sexual. En este sentido, con Rock and sexuality, se alejan de las concepciones que relacionan rock y sexualidad como algo dado y natural, y afirman que dicho género produce una construcción de la sexualidad que se caracteriza por ser una forma masculina ofreciendo identificaciones con estereotipos sexuales masculinos.

Retomado tanto por la musicolog ía como por las ciencias sociales, el libro de Philipp Tag, Analysing popular music. Theory, method and practice (1982), ofrece una nueva perspectiva teórico-metodológica para el análisis de la música popular en tanto campo autónomo y específico de la música culta. Lejos de anclarse en una mirada netamente musicológica, afirma que para concretar dichos estudios es necesario ampliar el lente de análisis hacia lo social, económico e histórico; visual, gestual y ritual; como así también reflexionar en torno a las características inherentes al género musical. Asimismo, esto debe ponerse en relación al receptor/oyente en tanto que este construye un sentido a través de operaciones de reconocimiento, asociación e interpretación. Es así que, desde esta perspectiva, la música –específicamente aquellas relacionadas al cine y tv— es considerada como una herramienta capaz de subvertir o transmitir identidades de géneros y, específicamente, estereotipos respecto de los roles de género.

En esta misma línea, se destaca el libro que constituye el hito fundacional de la musicología feminista: Feminine endings. Gender, music and sexuality de Susan McClary (1991). La propuesta fundamental radica en deconstruir la idea que erige a la música como un lenguaje trascendental y autónomo para, en su lugar, pensarla como un discurso cultural en continua dialéctica con el contexto social en el cual se enmarca. En este sentido, la música es relevante socialmente porque constituye un vector que construye identidades. Esta perspectiva socio-cultural le permitió a McClary cuestionar a la musicología respecto de tres ejes fundamentales: “(…) su fe patrilineal, los presupuestos etno-históricos y el culto a la Escritura sobre la que se sostenían; en síntesis, su mitología” (Campos Fonseca y Arribas, 2011). Así, si bien fue esta obra aquella que la consolidó como musicóloga, feminista y crítica pionera de la denominada “nueva musicología”, aún no se cuenta con una traducción al castellano. Este desinterés evidencia que, si bien actualmente el campo está en desarrollo, aún falta mucho para que deje de ser marginal.

Al calor de los avances de la teoría feminista en la musicología, Gender and the musical canon, publicado en 1993 por Marcia Citron, indaga en torno a la participación de las mujeres en la música para, paradójicamente, señalar su ausencia dentro del canon musical. Así, los roles de género, histórica y culturalmente construidos, le permiten advertir limitaciones tanto materiales como simbólicas: la carencia de recursos económicos y de tiempo de ocio para formarse, adquirir conocimientos y asistir a actividades musicales. En esta misma perspectiva, Manchado Torres –en su obra titulada Música y mujeres: género y poder (1998) — propone una serie de trabajos que, enmarcados en la musicología contemporánea, reflexionan sobre la historia de las mujeres y la música, las experiencias de compositoras iberoamericanas y españolas, la educación musical femenina y la identidad musical de las mujeres en relación a los condicionamientos sociales, entre otros tópicos. Uno de los aportes fundamentales de la obra es el mostrar cómo la historia de la música, en su versión universal, ha dejado por fuera a las mujeres.

De este breve recorrido se derivan dos supuestos. Por un lado, aquellos trabajos que analizan la relación música y género desde el campo de la musicología y hacen especial hincapié en la variante que pone el eje en las mujeres. Ello es la consecuencia de que la principal episteme de la musicología –que condicionó y condiciona su escritura— es el predominio de lo masculino en la creación y ejecución musical. Así, antes que abordajes novedosos respecto del objeto, hay una creciente preocupación por reflexionar a nivel teórico-metodológico y, en consecuencia, lograr una renovación epistemológica –ya iniciada con la denominada “nueva musicología”—.

Por el contrario, las ciencias sociales siguieron un derrotero distinto. La crisis epistemológica, teórica y metodológica iniciada hacia fines de los ´60 confluyó en una redefinición de los campos disciplinares, la configuración de nuevos objetos de estudio y prioridades temáticas. Derivada de esta coyuntura, una de las principales perspectivas que emergió como representante de la renovación disciplinar fue la teoría de género, con Joan Scott como una de las referentes indiscutida. Así, al tiempo que se reflexionó sobre el potencial de género como categoría para reformular la narrativa histórica (Scott, 1990), se inició un proceso en cual diversas disciplinas retomaron la propuesta.

En síntesis: los debates actuales se bifurcan entre los dos campos disciplinares que, a su vez, tienen trayectorias epistemológicas completamente disímiles. Por una parte, en el campo de la musicología caracterizado por un llamado a una mayor reflexión teórico-metodológica y, por otra, en las ciencias sociales caracterizado por una perspectiva interdisciplinaria. Los debates en este último campo, tomando como referencia producciones contemporáneas locales, pueden agruparse en torno a los siguientes tópicos.

En primer lugar, destacamos la tríada género, música y narrativas. Aquí, los debates giran alrededor del análisis del discurso de distintas líricas para comprender de qué manera y mediante qué estrategias se enuncia el género dando lugar a estigmatizaciones alrededor de lo femenino. Entre muchos otros, encontramos los trabajos de Alabarces y Silba (2014), Semán y Vila (2006) y Silba (2012). Otro de los tópicos que pone en diálogo a ambos campos lo hace desde la perspectiva de la sociología y antropología de los cuerpos. Las preguntas por las significaciones, sentidos y usos del cuerpo han comenzado a tener mayor protagonismo en los últimos años. Asimismo, de aquí se desprende otra dimensión, a saber, aquella que analiza los usos del cuerpo en contextos de enseñanza y /o práctica de baile. En este tópico podemos ubicar las producciones de Carozzi (2015), Cecconi (2009), Citro (2008), Gallo y Semán (2009) Lenarduzzi (2012) y Mora (2009).

Otra vertiente de análisis que presenta un gran corpus de producciones es aquella que vincula género, música y condición juvenil. En este sentido, si bien la mayoría de los trabajos citados anteriormente se desarrolla con (junto a) jóvenes, aquí queremos hacer mención de los que toman la condición juvenil como la dimensión principal del análisis. Aquí se pueden encontrar los aportes de Chaves (2010), Martínez Noriega (2014), Pujol (2013), Semán (2006) y Silba (2011). Asimismo, se consolidó otra dimensión analítica que coloca en el centro al clivaje de etnia preguntándose cómo ésta configura prácticas de sociabilidad y procesos identitarios. Algunos de los trabajos que podemos encontrar en torno a esta temática son las producciones de Blázquez (2014), Cirio (2015) y Semán y Vila (2011). Las preguntas por la música y el género se combinan también con la reflexión sobre contextos y prácticas de escucha, construcción del gusto, la interrogación sobre la habilitación de nuevas sociabilidades, producción de subjetividades, moralidades y saberes y el vínculo con las nuevas tecnologías de la información. Aquí, agrupamos los trabajos de Aliano (2016), Archetti (2003); Blázquez (2008), Garriga Zucal (2008), Garriga Zucal y Salerno (2008) Miguez, (2006) Salerno y Silba (2006) Semán y Vila (2008), Spataro (2012, 2013) y Spataro y Silba (2008).

En vinculación a este último tópico se sitúan las producciones que componen este dossier. Las mismas proponen pensar a la música en su doble dimensión: por un lado, poniendo el acento en considerarla como objeto –en tanto medio, material y recurso—, y por otro lado, haciendo foco en las interacciones que ellas permiten, posibilitando así la construcción de estados subjetivos particulares.

En primer lugar, ubicamos el trabajo de Micaela Yunis, Cultoras del arte musical: música y consumos culturales de niñas y mujeres de la burguesía rosarina, entre 1870-1920. En esta producción, la autora se propone indagar acerca de los consumos culturales vinculados a la música de las niñas y mujeres rosarinas entre fines del siglo XIX y primeras décadas del XX. Enfatiza la caracterización de la sociedad como una época marcada por el mercantilismo de su actividad portuaria y comercial, con lo que Yunis afirma que con deseos de demostrar su carácter moderno, las familias burguesas locales supieron encontrar en la formación musical de sus niñas y señoritas, un elemento de distinción y prestigio social. En este sentido, ella sostiene que cobra relevancia como fenómeno un importante consumo cultural asociado a la música, que en la ciudad se traduce en la apertura de diversos conservatorios que brindaban una esmerada preparación en este arte, casas de música que ofrecían variedad de instrumentos musicales, anuncios de profesores de música particulares y conciertos y galas musicales de beneficencia como espacio de lucimiento de las destrezas adquiridas. En esta misma línea, la autora también analizará la concurrencia de estas mujeres al teatro a galas líricas u otros espectáculos con artistas de renombre poniendo atención en las lógicas de visibilidad y prestigio social que llevaban consigo ese tipo de actividades.

A continuación, se ubica el estudio de Gustavo Alejandro Blázquez, titulado “Con los hombres nunca pude”: las mujeres como artistas durante las primeras décadas del “rock nacional” en Argentina, en el que se detiene en las producciones artísticas de Marilina Ross, Sandra Mihanovich y Celeste Carballo. Según el autor, las artistas seleccionadas, además de ser mujeres en un mundo donde los varones heterosexuales ocupaban una posición privilegiada, se relacionaban con los procesos de visibilización de la homosexualidad que se dieron en la época. El texto avanza en la descripción del entramado de sentidos que (se) organizaba (en) la producción artística de las cantantes mencionadas. Como parte del análisis, se procura reinscribir la obra de esas artistas en el conjunto de prácticas artístico-musicales que las mujeres accionaban en el emergente mundo del “rock nacional” posterior a la Guerra de Malvinas. ¿Quiénes fueron las mujeres que devinieron artistas de rock en los primeros años de la década de 1980? ¿Cómo se organizaba su trabajo artístico y cómo ingresaron, permanecieron o fueron excluidas del “rock nacional”? ¿Qué formas de ser mujer citaban en sus músicas, letras, fotos y performances? ¿Cuáles fueron las condiciones que regulaban el acceso de las mujeres a la posición de artista de rock?

Otra de las producciones que componen este dossier se titula A emergência do campo de música e gênero no Brasil: reflexões iniciais y pertenece a Camila Durães Zerbinatti, Isabel Porto Nogueira y Joana Maria Pedro. Las autoras abonarán la hipótesis que sostiene que existe en Brasil un campo, el de música-género, que se encuentra en surgimiento y construcción, que se presenta como una “onda” que emerge en el área de la música y viene estructurándose desde el año 1978. Las autoras proponen, entonces, analizar el campo género-música combinando enfoques cualitativos y cuantitativos para, luego, presentar un conjunto de reflexiones críticas relacionadas al campo y a sus relaciones a partir de las musicologías y epistemologías feministas así como de las relaciones entre teoría y práctica presentes en el mismo.

En cuarto lugar, encontramos el estudio conjunto de Malvina Silba y Carolina Spataro denominado Encontrar mi propia música: tensiones entre la gestión del cuidado y los espacios de autonomía en mujeres de sectores medios y populares. Esta producción se propone indagar sobre los usos sociales de la música en vínculo con las configuraciones de género y etarias y las lógicas del cuidado doméstico. Este artículo, específicamente, abordará el lugar de la cumbia y la música romántica –ambos géneros subestimados por la crítica estética que los considera de mala calidad y la ideológica que los define como machistas— en la vida de mujeres de sectores populares y medios. Parten de un trabajo de campo con jóvenes que asisten a bailes de cumbia en el Conurbano Bonaerense y mujeres de mediana edad que forman parte del club de fans de Ricardo Arjona en Buenos Aires. Con ello, las autoras indagarán los sentidos que esas mujeres le otorgan a las horas que invierten escuchando su música favorita, yendo a un baile o a un club de fans, las disyuntivas a las que se enfrentan en relación a las tareas de cuidado del hogar y la familia de las que son responsables y las negociaciones domésticas que realizan para dar lugar a momentos que definen como de “placer”, “libertad”, "alegría" y “celebración”.

Por último, se ubica el artículo de Nicolás Aliano titulado Gusto omnívoro, proyectos personales y nuevas femineidades. Una exploración a partir del caso de una aficionada a la música en el que analiza, desde una perspectiva etnográfica y estudio de caso, los usos cotidianos que dan a la música mujeres de sectores populares escuchas de rock, y en especial de vertientes específicas del rock nacional (“barrial”, “stone”). Así, el artículo se desarrolla en un doble plano de contrastación. Por un lado, situándose en el ámbito de la especificidad de las prácticas de escucha y afición, Aliano plantea que es posible observar una participación diferencial de las mujeres dentro de este sub género, organizado a partir de los valores y las prácticas masculinos como el “aguante”, la práctica del pogo, entre otras. Al atender a este diferencial, el artículo propone visibilizar dimensiones de la experiencia ligadas a la conformación de feminidades y, con ello, aportar elementos para relativizar la idea de que las mujeres que se acercan al rock lo hacen desde una “masculinización” de sus preferencias, valores y prácticas. Por otro lado, en el plano de las trayectorias emergentes que se condensan en torno a la interacción con este objeto cultural, la indagación se orienta por mostrar la constitución de un estilo de vida que estaría dando cuenta de modos singulares de ser mujer en los sectores populares urbanos de la Argentina contemporánea. En la confluencia de ambas dimensiones, se describe un tipo específico y emergente de realización personal y de individualización de las mujeres pertenecientes a segmentos de las clases populares. Por otra parte, también se evidencia como la aparición de proyectos de pareja novedosos, en los que los cónyuges se vuelven colaboradores en un “emprendimiento emocional conjunto”, liberando el vínculo de lazos de parentesco más amplios.




Notas

1 de las mediaciones entre sujeto y objeto cultural, la teoría de la mediación de Antoine Hennion propone otorgar un rol activo a todas las mediaciones entre objeto y sujeto: los repertorios, los espacios, los intérpretes, los soportes, el movimiento corporal, el público, etc. Este énfasis puesto en los mediadores es aquel que “permite restituir la diversidad de elementos humanos o materiales a través de los cuales se transmite la relación entre música y su público –en el caso de las obras musicales-, aclarando que no son dos cosas separadas, sino dos entidades que se construyen a medida que van relacionándose” (Hennion en Tironi, 2012).



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Fecha de recibido: 30 de septiembre de 2017
Fecha de aceptado: 30 de octubre de 2017
Fecha de publicado: 9 de marzo de 2018

 

 

 

 

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