Descentrada, vol. 2, nº 1, e043, marzo 2018. ISSN 2545-7284
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género (CInIG)



ENTREVISTAS / INTERVIEWS

 

 

Entrevista a Josefa Ballena en el XXXII Encuentro Nacional de Mujeres en Chaco




Gisela Manzoni

Universidad Nacional de La Plata – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET), Argentina
giyitan@yahoo.com.ar



Mariana Smaldone
Universidad Nacional de Luján, Argentina
mariansmaldone@gmail.com



Paula Soza Rossi

Universidad Nacional de La Plata, Argentina
paulasoza11@yahoo.com.ar




Cita sugerida: Manzoni, G., Smaldone, M. y Soza Rossi, P (2018). Entrevista a Josefa Ballena en el XXXII Encuentro Nacional de Mujeres en Chaco. Descentrada, 2(1), e043. http://www.descentrada.fahce.unlp.edu.ar/article/view/DESe043



Josefa Ballena, cantante, poeta, docente bilingüe wichí-castellano, vive en El Sauzalito o “Sip'ohi” (el “lugar del mandure” o “laguna de pesca del manduré") al norte de la provincia del Chaco, zona del Impenetrable.

El sábado 14 de octubre de 2017, Josefa Ballena cantó ante miles de mujeres en la apertura del XXXII Encuentro Nacional de Mujeres (ENM), en la ciudad de Resistencia. La última vez que el Encuentro se llevó a cabo en esta provincia fue en 1998, con un registro de alrededor de diez mil mujeres: “hoy somos setenta mil las que nos reunimos en este encuentro único en el mundo”, informaron las oradoras al leer el documento de apertura de este nuevo y multitudinario Encuentro de 2017. Justamente, la provincia de Chaco fue elegida el año anterior por el aplauso de miles de mujeres al finalizar el Encuentro en Rosario; la fuerza de los aplausos decide la próxima sede. Cuando las representantes del Chaco expusieron los motivos por los que se postulaban como sede, hicieron hincapié en la importancia de realizarlo en una región accesible a las mujeres de los pueblos originarios. El sábado de la aperturadel ENM, Josefa cantó en wichí y en castellano ante una enorme multitud de mujeres llegadas de diferentes partes de Argentina, de América Latina y especialmente de los pueblos más lejanos del Impenetrable chaqueño. Además de cantar, Josefa participó como traductora en el taller “Mujeres y Pueblos Originarios”. Este mismo taller registró una alta participación de mujeres, en defensa de la cultura, la vida de sus naciones y del territorio ancestral.

En 2014, Josefa grabó tochemet en lengua wichí, junto a los músicos Joel y Camilo Ballena. Se trata de un material único porque recopila el trabajo de estos cantautorxs y sus experiencias. Entre sus trabajos también se cuenta una versión wichí del himno nacional argentino. Josefa como los otros músicos son reconocidos en sus comunidades por su labor cultural en la transmisión de su lengua wichí.

Apreciamos la disposición al encuentro que tuvo Josefa para la entrevista en la escuela que alojaba a las compañeras del Impenetrable, el domingo 15 de octubre de 2017, en el marco del ENM en Resistencia, Chaco.


Presentación de Josefa Ballena en el ENM.

Fotografía tomada por Astrid Bauman y cedida por ella a Descentrada.

-¿Quién es Josefa Ballena? ¿Cómo te presentarías?

Mi nombre es Josefa, Josefa Ballena. Mi nombre es Wichíes Tsinha, que significa niña. Soy de la etnia Wichí, de Sauzalito, Chaco. Me gusta la música. Es la música que me llevó a este ENM; también la que me llevó a conseguir muchas cosas, por ejemplo: los trabajos y amistades. Desde niña me gusta la música porque es lo que me enseñaron en mi casa; sobre todo me enseñaron que cantar es bueno, que hace bien, te renueva las energías. Antes salíamos al monte a buscar frutas y raíces para comer y lo primero que teníamos que hacer era cantar. Cantar en wichí para pedir permiso a los espíritus del monte y así lograr encontrar y llevar el alimento para los niños. Las niñas siempre van al lado de la mamá que está haciendo sus artesanías o los quehaceres de la casa; mientras la mamá hace todo eso canta o, si no, tararea. Como las canciones que canté ayer en la apertura del encuentro, una es de mi mamá. La letra dice “hoy nos reunimos para celebrar el nuevo día, para buscar la forma, para escucharnos, para buscar la forma como podemos hacer para que mañana sea mejor, que mañana sea algo bueno” y después otras letras que dicen “juntemos nuestras manos y levantemos nuestras voces para que ya nadie diga ‘Cállate’, para que ya no haya más silencio”. Silencio quiere decir ausencia de conocimiento, ausencia de respeto. El silencio para nosotros es sinónimo de muerte porque una persona muerta no habla.


-Entonces, vos empezaste cantando con tu mamá… ¿Cómo es esa transmisión?

Lo mismo. La primera canción que le enseñé a mi hija es… [Josefa canta]. Para enseñar no hace falta decirle a la niña o al niño: “Sentáte ahí y escuchá. Después tenés que cantar lo mismo que yo canté”. No es así. Una tiene que estar en la casa cantando y así el niño sólo se va acercando, se va interesando, va analizando. Después, con el tiempo, ahí empieza a copiar todo lo que la mamá hace, como cantar.


-¿Sólo entre mujeres pasa esto?

Si, entre las mujeres. Los varones tienen su otra forma de enseñar. Las mujeres somos más de tener paciencia y de expresar el cariño. En cambio, los varones dicen “hace esto, hace esto, hace esto”. Por eso, los niños son más apegados a la mamá que al papá.


-¿Cómo fue que llegaste a cantar en el ENM y, en particular, cómo
llegaste a la apertura del ENM?

Me invitó una amiga. Me dijo: “Vamos al encuentro porque ahí va a haber mucha gente de otros lados y es importante que te conozcan y que hables en nuestro idioma porque no es fácil hablar en nuestro idioma”. Porque al hablar en nuestro idioma, si tenemos que traducir al castellano es todo al revés. Por ejemplo, no tenemos artículos. En Wichí es diferente, por eso nos cuesta mucho el castellano, pero no tanto: si practicamos, ya entendemos.


-¿Es la primera vez que vos y las mujeres de tu comunidad participan de un ENM?

Es la primera vez que participo. Algunas de mis compañeras fueron a otro encuentro, en Bariloche.


-¿Qué sentiste, qué te pasó a vos por estar cantando adelante de toda esa gente en la apertura del Encuentro?

Al estar arriba del escenario me sentí como una bebita que se puso contenta y sonreía. No pude expresar todo lo que sentí en ese momento, porque no me salían las palabras. Nada más que lágrimas pero no quise llorar porque si lloro...lo único que hice fue eso sonreír, sonreír.


-Cantaste en castellano y cantaste en wichí también…

Si, canté en wichí y en castellano. Canté en wichí porque ahí había un montón de mujeres que vinimos del Impenetrable y, después, canté en castellano para que el criollo me entienda también. En el taller de los pueblos originarios, las mujeres se expresan en wichí, por ejemplo, y eso ayuda a interesarse más por su lengua, porque creo que las lenguas están en extinción. La mayoría de los aborígenes en la casa hablan en castellano porque algunas personas, no todas, creen que el castellano es más importante que la lengua wichí. Yo digo que no es así. Sí, es importante, pero a mí no me llevó a dónde estoy ahora. Mi idioma es mi lengua, mi lengua es única. Es tan importante como el castellano.


-¿Cómo fue tu formación?

Yo trabajo desde los 22 años. Estaba estudiando todavía en la secundaria y me costó, pero igual, no baje los brazos. Seguí, seguí y seguí hasta que ahora tengo casi ya diez años en educación, enseñando la lengua. Muchas cosas pasé. Porque también, mientras estaba estudiando, no tenía ropa, ni calzado, ni nada. Siempre tenía que ocupar la misma ropa de mi mamá. Mi mamá tenía dos remeras, dos polleras y una alpargata. Si yo iba a la escuela ella en la casa andaba descalza. Si venía de la escuela, yo me sacaba las zapatillas porque eran de ella y tenía ojotas nada más. Tenía ojotas nada más y siempre andaba descalza. Como estaba cerquita del río, iba al río siempre a nadar. A los 18 años, empecé a estudiar en la secundaria y no entendía el castellano. Escuchaba al profesor, él hablaba lindo, lindo, lindo; pero no entendía, no sabía qué era, qué decía. Sí sabía que era importante, pero me daba vergüenza preguntarle a mis compañeros porque había alumnos que sí entendían el castellano y se expresaban bien en español. Me daba vergüenza de preguntarles. Y en los exámenes, el profesor decía “chicos escriban lo que ustedes creen, lo que ustedes interpretaron, lo que ustedes entendieron, escriban todo en la hoja” y yo decía ¿qué voy a hacer? Y bueno, lo único que hice fue estudiar, estudiar todo, pero de memoria. ¡De memoria! Si había treinta hojas, memorizaba treinta hojas; si había treinta y cinco, si había más... Ahí empecé a dejar a mis amigos, las cosas que me gustaban, ahí empecé a dejar todo y me dediqué a memorizar, no a estudiar. Porque no podía estudiar porque no entendía el castellano y tenía mi hermano docente, pero no estaba; estaba en otro lugar. Mi hermano enfermero estaba en la otra punta, también, en Fortín; y no podía pedir ayuda a mi mamá porque no podía ayudarme, no entendía el castellano, menos los términos. Y ¿qué fue lo que hice? Memoricé y en los exámenes escribí todo de memoria. Me puse a escribir todo, todo, hasta los dibujos, los detalles, todo. Menos las fechas, pero sí sabía las fechas. [Lo hacía] Para que no se dé cuenta el profesor que estudié de memoria. Firmo y le doy al profesor que contento dice “uh, ésta sí se nota que estudió” y los otros entregaban una hoja.


-¿Tu formación docente fue en castellano o en wichí?

En castellano. Teníamos un profesor wichí también. En esa época, también, llegó gente de Buenos Aires, que me ayudaron a grabar mi música y ahí vendí todos los cd’s y con la plata me compré una bicicleta verde, zapatillas que me duraron hasta terminar y una pollera. Con cien pesos podía comprarme unas zapatillas, una pollera, un corpiño porque no tenía corpiño. Mi mamá me fabricaba corpiños con telas, con trazos de telas. Esa vez no me sentí pobrecita ni nada. Yo dije, no me quiero victimizar porque no quiero eso. Quiero que un día mis hijos digan “mi mamá fue esto, hizo esto, hizo”. Y bueno eso es lo que hice y también dije quiero tener hijos a los 26 años o 25 años. A los 16, no; a los 17, no. Había un montón de varones pero no sé, nunca miré porque no es lo que yo quería. Veía las jovencitas embarazadas y después el novio se iba con otra chica más hermosa o con plata porque siempre son así los varones y siempre dije “no voy a ser como las chicas que están ahí” y voy a hacer esto y hasta no conseguir eso no voy a tener novio.


-¿Cómo es tu trabajo en la escuela? ¿Trabajas sólo con música?

Trabajo con lengua materna, además de la música. Es difícil y eso me ayudó a estudiar más, me animó. Porque no es fácil, porque si escribís algo, viene otro y te dice “no, esto no se escribe de esta forma. Se escribe así”.


-Porque no está codificado el lenguaje…

Sí, y hasta que después pude, primero estudié mucho. Los chicos tienen lengua materna dos días a la semana, de tres a cuatro y media, y de cuatro y media a seis. Pero no siempre puedo dar todas mis horas de clases, hay materias que son consideradas más importantes y a la mía le quitan importancia.


-¿Trabajás en la escuela primaria y también en el nivel secundario? ¿Qué lugar ocupa la música en la tarea de enseñar?

Trabajo solo en la escuela secundaria. En primaria no tienen esta materia. La música es importante porque en los actos, por ejemplo, siempre toman mi música para danzar o para contar una historia.


-¿A los chicos les gusta aprender cantando? ¿Y ellos traen música de sus propias familias, para compartir?

Sí, a los chicos les gusta. Es hermoso. Pero no traen música de ellos. Eso se está perdiendo y es lo que no queremos que suceda. Hay que rescatar todo, porque esos son saberes que nos ayudan a ser personas, nos ayudan a ser respetadas y también, de esa forma, aprendemos a respetar al otro. Si no hacemos cualquier cosa si me da la gana porque ¿quién sos vos? ¿Quién es aquel? Soy libre sin darnos cuenta que le estamos faltando el respeto al otro y ahí viene la violencia.


-¿Tocas algún instrumento además de cantar?

Sí, una guitarra. También me gustaría tocar el teclado, estuve practicando. A tocar la guitarra aprendí sin profesor, aprendí mirando. Tardé casi un año y medio en aprender a tocar y afinar. Y después, aprendí los nombres de las notas.


-¿Esta situación de tu infancia, en especial sobre tu paso por la escuela y la formación, es común en los chicos con los que trabajas en la escuela?

Sí, como maestra o como profesora, en la escuela veo a muchos chicos que inician su primer año sin leer, son analfabetos totalmente y, a veces, voy a sus casas a preguntar y veo que sus padres también lo son o tienen problemas mentales, o por la distancia también. Lamentablemente, muchos chicos dejan porque no pueden... Siempre escucho al maestro común que le dice al chico “¿cómo no vas a traer un lápiz, un cuaderno? ¿Para qué te da el gobierno los planes o la beca o la asignación? Esa plata es para que ustedes tengan sus lápices, su cuaderno, sus hojas. No para que mamá se compre un cigarrillo”. Sí, la mayoría tiene ese beneficio, pero también las mamás que viven lejos le tienen que pagar al remisero, el cual le saca la cabeza... Y después, con lo que queda, se compra un sandwich. Y se van a sus casas con los diez pesitos y ¿qué hacen? ¿Y las cuentas? O sea, no alcanza para todo eso. Y después si vas a Sauzalito, vas a encontrar mujeres en las calles, limpiando las calles, levantando la basura... Que son mujeres mayores y tienen sus pensiones, pero no alcanza… Yo estoy viendo muchas injusticias en mi comunidad. Por ejemplo, nosotros estamos en una reserva indígena de 15 hectáreas, 15 hectáreas cada familia y resulta que al lado, ahí al lado, está el basural. Hicimos reclamo. Nos sacaron el basurero y lo llevaron a otro lado, cerca de la reserva, y también la ruta atraviesa la reserva indígena y no tiene que ser así. Ya murieron varios chicos, varias ancianas por accidentes y accidentes que nunca fueron respondidos. Por ejemplo, esto me pasó a mí también y yo sé que a muchos les pasó porque vi. Por ejemplo, estando yo embarazada de siete meses, no podía caminar, caminaba pero despacito y me fui al banco porque vi un cartel que dice “prioridad embarazada”. Hablé con el hombre, un policía era y le dije “yo quiero pasar porque no puedo estar mucho tiempo parada porque me duele mucho la columna”. “No, no, no. Tenés que traer un certificado” Y me dice “no” y me tocaba a ver si no era almohada [la panza de embarazada]. Y dije “no, no, no me voy a ir. Yo quiero pasar porque ahí está el cartel. Acá está mi libreta si no me cree o tiene que venir el médico, no sé qué”. Y me agarraron de acá, de la campera. Hacía frío a esa hora y me agarraron de acá y me echaron, me tiraron como no sé qué… a la calle. Y esa vez como que exploté, pero no pude hacer nada… Y estaban ahí los ancianos, y fueron ellos quienes me defendieron. A los ancianos que estaban en la cola también los maltrataron, pero no pudieron hacer nada. Me fui, hice una denuncia. Hice denuncia, pero hasta el día de hoy, nada.


Vos sos una persona que tiene muchas herramientas, que conoce sus derechos. Cuánto más difícil debe ser para quien no puede comunicarse...

Peor. Por eso me duele mucho contar todas estas cosas. Una vez me invitaron a la Bienal, acá en Resistencia. Vine y recorrí los stands y en el último estaba la esposa del intendente tejiendo, haciéndose pasar por wichí. Y yo observé y dije “esta señora no puede ser que esté haciendo esas cosas porque está usurpando”. ¿Y qué hice? Fui a donde estaban mis compañeros y traje a todos y les dije “mirá esta señora, está haciendo esto”. Mi hermano decía “esta señora es una sinvergüenza, es una ladrona de etnias, es una crueldad”. ¿Cómo no trajo mujeres de El Sauzalito que son realmente indígenas y que son artesanas? No, ella. ¿Por qué, qué quiere ella? Si ya está en la Municipalidad, si ya tiene todo.


-Como mujer de la Comunidad y como maestra ¿cómo ves la cuestión de la violencia de género en la comunidad?

Es terrible eso y, además, lo viví. No quiero llorar porque no me salen palabras de esas cosas. Nada más eso, llorar. Yo, cuando era niña, mi mamá siempre salía a vender cosas, a vender sus trabajos, sus artesanías ¿por qué? Porque mi papá era empleado, el primer empleado. Fue el primer electricista del pueblo y ¿qué hizo mi papá? Con su primer sueldo hizo una casa, una piecita, después el que dormía ahí, el que tenía sus cosas era él nomás y nosotros teníamos que dormir afuera porque ensuciábamos, porque tocábamos, porque se pierden las cosas y así. Mi mamá hacia sus chocita ahí afuera. Nosotros somos 11 hermanos, 3 mujeres y el resto varones. Y bueno, eso llevó a que mis hermanos se junten más temprano, porque no querían escuchar más al viejo decir que no son sus hijos, que son de otro, que siempre quieren comer y muchas cosas. Hasta que se van a otros pueblos y se juntan y forman sus familias. Después quedé yo con mis dos hermanos, ahí, con mi mamá al lado de la casa de mi papá y un día escuché a mi mamá hablar, hablando sola, no sé si con ella misma, pero decía: “un día de estos me voy a tener que ir a cualquier lado pero no quiero estar más cerca de este hombre” porque mi papá siempre nos echaba, nos echaba a todos del terreno. “Váyanse de acá”, “Ustedes no sirven para nada”. Y todas esas cosas nos decía. Nos fuimos de ahí y mi mamá dice “Vamos a tal lugar porque vamos a visitar a tu hermana que está en otro lado, en Formosa. Vamos a ir allá a ver si nos quedamos o volvemos; pero vamos. Hasta que después fuimos y la gente de ahí nos recibió con los brazos abiertos. Un director de la escuela le ofreció trabajo a mi mamá y ahí nos quedamos, como cocinera. Y fue ahí donde empecé mi primaria.


¿Alguna vez alguien te dijo que como mujer tenías que hacer otras cosas y no estudiar?

Sí, pero no gente de mi comunidad sino otras personas: criollos. Que me tenía que dedicar a la artesanía. Y yo seguí, seguí, seguí hasta que bueno, terminé y ahora estoy haciendo una licenciatura en educación bilingüe, último año ya.


En tu comunidad ¿es más difícil para una mujer que para un varón estudiar?

Parece que sí. Porque las mujeres nos encargamos de la casa, de los hijos, de todos los quehaceres de la casa, de la planificación. A veces, vamos a la escuela sin descansar, sin dormir. Y también tenemos las tareas, los trabajos que tenemos que presentar en tal día, todo eso. O a veces, si no tenemos cosas en la casa, tenemos que salir a comprar o se nos enferma un hijo, nosotras tenemos que llevar al médico. Mientras que el varón nos ayuda. Mi marido es docente también y trabaja en un pueblo que está más al norte, a 70 km, y se va los días lunes y vuelve los días viernes. Y yo me quedo sola en la casa con la niñera o con mi mamá. Sí, así vivo. Si estoy yo en mi casa, sin tiempo. Y ahora me vine un poco a descansar. Dejé los chicos con el padre.

En la carrera que estoy antes éramos un grupo de más de ciento cincuenta docentes pero muchos dejaron. Dejaron muchas mujeres y sólo quedamos dos en el grupo


-¿Y fue una negociación o aceptó fácil?

No fue difícil. Además yo no pregunté; sólo dije “tal día me voy a ir”. Ese problema no lo tenemos. Esperar a que te digan si podés ir o no podés ir. Cada uno hace, no lo que quiere pero sí decidir por trabajo. Por ejemplo, estoy acá, viajé hasta acá, por mi música.


-Bueno, ese acuerdo que vos tenés con tu compañero no es lo que le pasa a todas las mujeres ¿verdad?

Estoy viendo que no, porque muchas chicas dejan muchas cosas porque el marido no quiere, porque es celoso, porque no sé. No entiendo esas cosas porque no me pasó, gracias a dios.


Cuáles consideras que son las principales formas de transmisión cultural wichí, además de la música

La música, las artesanías, los cuentos y las comidas.


-¿También la transmisión es entre mujeres? Y, en particular, las comidas típicas ¿se transmiten entre mujeres?

Sí, entre mujeres, porque las que cocinamos siempre somos las mujeres. Los varones salen a buscar, traen y de ahí las mujeres se encargan de cocinar. Pero también puede darse el caso que las mujeres salen y después los varones cocinan. No tenemos [las recetas] en el papel. Nosotros somos más de escuchar. De escuchar y de transmitir pero nos falta eso, escribir para que quede grabado todo.


-Qué importante es tu trabajo…

Sí…Y uno de mis objetivos es ese: que quede grabado, que quede escrito para que los que vienen sepan lo que hicimos, qué queremos y que no se olviden de sus cosas. Porque también nos enseñaron que no nos tenemos que adueñar de cosas que no nos pertenecen. Por ejemplo, los ancianos nos decían “no hablen el castellano por hablar nada más. Si están con un español hablen en español, pero no te adueñes del castellano. En tu casa, en la comunidad, hablá en tu idioma. Si el español necesita comunicarse, necesita entender, ahí sí, hablá en castellano”. Somos más guardianes de la lengua, del idioma. Y además, somos celosos. Si está un wichí al lado, no vamos a hablar en castellano, porque eso sería una falta de respeto, un insulto. Si me comunico con un criollo o persona no indígena, ahí sí puedo hablar tranquilamente. No voy a ofender al que está al lado. Eso nos enseñaron [los ancianos].


Vos decís que para expresar un montón de cosas es mucho mejor tu lengua que el castellano. ¿Vos sentís que los chicos en tu materia pueden decir cosas que no dicen en las otras materias?

Sí, porque en mi área no solamente trabajo con saber leer, hablar y escribir sino también trabajó en temas de ciencias sociales y naturales. En área de ciencias naturales, trabajo sobre los remedios. No sé si llamarlos planta medicinal porque no plantamos, ya están en el monte. Lo único que tenemos que hacer es buscar, traer.


-¿Y esos saberes también se transmiten?

Sí, en la escuela, sí, pero lamentablemente son muy pocas horas. Debería haber un área especial de naturales, de sociales, de lengua y de matemática en wichí.


-Y te hago una última pregunta ¿Cuál es el mensaje o el principal mensaje que vos pensás que comunica tu música?

Por ejemplo, el último trabajo que hice está en wichi ¿por qué? Porque mi objetivo es que mi comunidad empiece a interesarse más, ya que se está perdiendo la lengua. Esto no es bueno para los que vendrán. Hoy escuché a una anciana y yo traduje: “ya no tenemos tierra, ya no tenemos cultura. Lo que nos queda es la lengua. No se esfuercen tanto en hablar el castellano o mejor castellano porque después no te va a defender. Estás favoreciendo a los que nos quieren eliminar”. Eso dijo la anciana y es lo que estaba pensando. Eso mismo me enseñó mi mamá.


¿Querés agregar algo más que no nos hayas dicho y que quieras decirnos?

Sigan estudiando. Todas las mujeres indígenas siempre hablamos, pero no decimos todo lo que pensamos ¿por qué? Porque tenemos ese miedo de que el otro se adueñe. Eso estamos sufriendo también nosotros. Porque, por ejemplo, vemos trabajos que es de la etnia y resulta que el autor no es de la etnia. A la hora de hablar, tenemos que cuidar cómo lo decimos. Eso nos decían los ancianos: “no tenés que decir todo. Si tenés que decir algo, contá; pero así, un pantallazo nada más, porque si contás todo, te van a quitar y te van a apuñalar después”. Decían: “por la espalda”.


-¿Te referías a la gente que hace estudios sobre los pueblos originarios y que después, en esos estudios, no transmiten verdaderamente lo que la gente le dijo, lo que le quiso decir esa cultura?

Sí, la gente que cuenta otras cosas que no fueron.





Nota del Equipo de Entrevista

Videos donde se puede escuchar la música de Josefa Ballena disponibles en:

https://www.youtube.com/watch?v=6D7AiEayIdA



Fecha de recibido: 13 de noviembre de 2017
Fecha de aceptado: 12 de diciembre de 2017
Fecha de publicado: 9 de marzo de 2018

 

 

 

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