DES Descentrada, vol. 9, núm. 1, e249, marzo - agosto 2025. ISSN 2545-7284
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género (CInIG)

Dosier

Género y poder político. El archivo epistolar de Iltani (Qaṭṭara/Karana, actual Iraq, II milenio a.n.e.)

Luciana Urbano

Centro de Estudios sobre Diversidad Cultural, Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Cita sugerida: Urbano, L. (2025). Género y poder político. El archivo epistolar de Iltani (Qaṭṭara/Karana, actual Iraq, II milenio a.n.e.). Descentrada, 9(1), e249. https://doi.org/10.24215/25457284e249

Resumen: El objetivo del presente artículo es reflexionar sobre cómo fue reconstruida historiográficamente la figura de Iltani, una mujer de la elite que ejercía cuotas significativas de poder mediante las particularidades de su archivo epistolar (Tell al-Rimah, antigua Qaṭṭara, actual Iraq) correspondiente al periodo Paleobabilónico (2004-1595 a.n.e.). El corpus está compuesto por 151 cartas y 53 textos económicos que fueron encontrados en el palacio de Hadnu-rabi, antiguo rey de Qaṭṭara. La utilización de la correspondencia por parte de las mujeres no surge en el mundo europeo y cristiano. Las mujeres de las elites antiguo-orientales recurrían a ella en tanto práctica política liminal entre los asuntos del Estado y las cuestiones personales. Las cartas son en parte textos y en parte objetos arqueológicos cargados de una intencionalidad y de una agencia. Son, en nuestro caso, extensiones de la voz de Iltani en los intrincados laberintos de la política estatal. Analizarlas solo atendiendo a su contenido formal sin duda limitaría nuestra comprensión. Se considera que en este corpus documental podemos encontrar pistas para pensar formas concretas y discursivas de ejercicio del poder político por una mujer de la elite alejándonos de reconstrucciones simplistas, estereotipadas y reduccionistas.

Palabras clave: Iltani, Periodo Paleobabilónico, Cartas, Género, Poder.

Gender and political power. The epistolary archive of Iltani (Qaṭṭara/Karana, modern Iraq, 2nd millennium BCE)

Abstract: The aim of this article is to present some reflections on the historiographical reconstruction of the figure of Iltani, an elite woman who exercised significant share of power through the peculiarities of her epistolary archive (Tell al-Rimah, ancient Qaṭṭara, modern Iraq) from the Old Babylonian period (2004-1595 BC). The corpus consists of 151 letters and 53 economic texts found in the palace of Hadnu-rabi, former king of Qaṭṭara. The use of correspondence by women did not emerge in the European and Christian world. Elite women of the Ancient Near East resorted to it as a liminal political practice between state affairs and personal matters. Letters are partly texts and partly archaeological objects charged with intentionality and agency. They are, in our case, extensions of Iltani's voice within the state politics’ intricate labyrinths. To analyze them solely in terms of their formal content would undoubtedly limit our understanding. We consider that in this documentary corpus we can find clues to thinking about concrete and discursive forms of the exercise of political power by an elite woman, moving away from simplistic, stereotypical and reductionist reconstructions.

Keywords: Iltani, Old Babylonian period, Letters, Gender, Power.

1. Introducción

El objetivo del presente artículo es reflexionar sobre las particularidades y la importancia del género epistolar para abordar las relaciones de las mujeres de la elite con el poder político. Específicamente, a la luz de una relectura historiográfica de las principales producciones dentro de la Asiriología sobre una mujer de elite, la princesa Iltani, se esbozarán algunas líneas de análisis que puedan guiar futuras investigaciones desde una perspectiva de género sobre este rico archivo epistolar.

El trabajo se centra en los textos acadios provenientes de Tell al-Rimah, antigua Qaṭṭara (actual Iraq) durante el periodo Paleobabilónico (2004-1595 a.n.e.). Nos interesa abordar el denominado archivo de Iltani, un reservorio documental único por las condiciones en que fue hallado y por la información que nos brinda. Está compuesto por 151 cartas y 53 textos económicos que fueron encontrados in situ en el área C del palacio de Hadnu-rabi, antiguo rey de Qaṭṭara (Oates, 1968, p. 6). Algunos de dichos textos tienen el sello de Iltani, donde es nombrada como hija del rey Samu-Addu y esposa de Haqba-Hammu (Dalley, Walker y Hawkins, 1976; Langlois, 2017a, 2018). Es decir, que ella fue la hija de Samu-Addu (probable rey de Karana),1 hermana de Asqur-Addu, último rey conocido de Karana, y esposa de Haqba-Hammu, un adivino que tuvo un rol preponderante en el gobierno del reino de Karana (Langlois, 2017a). El hecho de poseer un sello es un signo de su importante jerarquía que nos habla de que, en tanto princesa y hermana del rey, tenía la potestad de enviar cartas y tomar decisiones. En su correspondencia encontramos pistas para pensar las prácticas y discursos concretos de una mujer de la elite en el ejercicio del poder. Sus roles y atribuciones eran amplias, iban desde la gestión de la producción de tejidos y los especialistas involucrados, hasta la toma de decisiones sobre el destino de miembros de su familia, control de tierras y también incumbencias religiosas.

Si bien el archivo es de una importancia significativa, no ha sido abordado desde una perspectiva de género que indague el rol político de esta mujer de la elite. Además, el hecho de que la mayor parte de los textos que corresponden a la administración del Estado sean cartas es un elemento que no puede ser minimizado. La carta en el Cercano Oriente Antiguo posee una materialidad singular, son pequeños trozos de arcilla, del tamaño de la mano, con escritura cuneiforme. Circulan asiduamente y a gran velocidad entre escribas, mensajeros y embajadores, condensando indicios de una oralidad en suspensión. Su objetivo es comunicar, pero también estos objetos poseen una agencia en el sentido que los nuevos materialismos le dan a los objetos.2 Las cartas, en parte textos, en parte objetos arqueológicos, son signos del poder del Estado, extensiones de la voz de Iltani en los intrincados laberintos de la política. Analizarlas solo atendiendo a su contenido formal sin duda limita nuestra comprensión sobre ellas.

La Asiriología tradicional ha descrito las prácticas políticas de Iltani como arrebatos de una personalidad compleja y conflictiva, como se podrá ver más adelante. Construyen estas interpretaciones sobre extractos de cartas (casi fragmentos amputados) en donde Haqba-Hammu, su esposo, y otros miembros de la familia y funcionarios se quejan de que ella no responde a sus tablillas o no envía un presente. Ahora bien, ¿podríamos entender esos silencios como una forma de ejercicio del poder? Considerar que existen solo algunas formas válidas de ejercer el poder, usualmente las masculinas, y que aquellas acciones que las mujeres de elite llevan adelante son arrebatos de su personalidad, ¿no es acaso un prejuicio androcéntrico que validó solo ciertas acciones en relación al poder y denostó otras por considerarlas inferiores, es decir femeninas?

Para abordar estas preguntas nos nutriremos de los aportes de la perspectiva de género y también de las reflexiones teóricas sobre el poder. El concepto de poder planteado por Michel Foucault y la resignificación elaborada por la antropóloga poscolonialista Lila Abu-Lughod (1990) son de gran utilidad para este trabajo.

Nos guía la siguiente hipótesis: los modos de ejercicio del poder de Iltani son parte de las variadas estrategias que las mujeres de elite podían desplegar en el marco de una sociedad patriarcal y no el resultado de una “personalidad problemática” definida por su identidad de género. Las cartas fueron el instrumento privilegiado en las formas de hacer política y se inscriben en un espacio liminal entre la órbita del Estado y lo personal. No son un medio sino un objeto cargado de intencionalidad, constitutivo de las prácticas políticas de la elite. Se espera poder sostener esta idea en el análisis de algunas cartas de su archivo.

2. Género, poder y Asiriología

En las últimas décadas, la Asiriología ha manifestado un profundo y renovado interés por incorporar los aportes de los estudios de género, entre otras perspectivas de las Ciencias Sociales, en la comprensión histórica. Destacamos esta preocupación en tanto los estudios de género y la Asiriología se condujeron por caminos separados durante buena parte del siglo XX. Principalmente porque gran parte de los especialistas se mostraban reticentes a incorporar un enfoque teórico en sus investigaciones. Esta reticencia a “hacer teoría” para Zainab Bahrani (2001) es una falta de reconocimiento de los asiriólogos de que el conocimiento se construye socialmente y un signo de temor de los más tradicionalistas de encontrar una oposición académica con quien debatir. Los críticos son tildados de no-especialistas y por lo tanto no aptos para el diálogo.

Como postulan Agnès Garcia-Ventura y Saana Svärd (2018), la Asiriología se ha concentrado en la traducción y edición de textos originales, dejando de lado las cuestiones metodológicas, lo que produjo un aislamiento de la especialidad de otras áreas de conocimiento. En este marco, los asiriólogos continúan adhiriendo a la teoría positivista con sus postulados de “objetividad” manteniéndose alejados de los aportes de otras áreas. Es por esto que las autoras advierten que “la Asiriología como campo se enfrenta al peligro del auto-aislamiento” (2018, p. 9).

Con la llegada del nuevo milenio, y sobre las pistas dejadas por algunas asiriólogas pioneras como Joan Westenholz (1990), Julia Asher-Greve (1997), Rivkah Harris (2002), Julia Assante (2002) y Ann Guinan (2014), se comenzó a delinear un campo específico de estudios de género del Cercano Oriente Antiguo. Algunas publicaciones sintomáticas de este cambio en la disciplina son Women of Babylon. Gender and representatation in Mesopotamia (2001) de Zainab Bahrani y, desde el campo de la arqueología, la compilación de Diane Bolger Gender Through Time in the Ancient Near East (2008). Se citan dos compilaciones de gran importancia para nuestro tema: Women in Antiquity: real women across the Ancient World (2016), de Stephanie Budin y Jean Macintosh Turfa, y The Role of Women in Work and Society in the ANE (2016), de Brigitte Lion y Cécile Michel.3

Solo unos años después se publica Studying Gender in the Ancient Near East (2018) editado por Agnès Garcia-Ventura y Saana Svärd, donde se reúnen los trabajos presentados en el primer encuentro (2013/2014) del workshop Gender, Methodology and the ANE (GeMANE). Este espacio de diálogo y debate que ya lleva diez años de continuidad, se ha constituido como el encuentro de referencia para quienes trabajamos desde la perspectiva de género en el Cercano Oriente Antiguo. Además, contamos con otras dos publicaciones de los encuentros subsiguientes, una de ellas editada por Budin, Cifarelli, Garcia-Ventura y Millet Albà (2018), donde se reúnen los trabajos presentados en el II workshop GeMANE de 2017. La otra, bajo el sello editorial Zaphon, donde se publicaron los resultados del III workshop GeMANE, The Mummy Under the Bed. Essays on Gender and Methodology in the Ancient Near East (2022). Por otro lado, se prepara la publicación de los resultados de los IV y V encuentros. Destacamos, además, la primera compilación en español Las mujeres en el Oriente cuneiforme (2018).

Como se ha planteado en trabajos previos (Urbano, 2018; 2023a; 2023b), los estudios asiriológicos sobre las mujeres han pasado de la “ausencia” a una presencia solo a pie de página, aportando datos pintorescos sobre una historia político-económica que parece no pertenecerles.4 Otros estudios reproducen la idea de “anexo”, descripciones sumamente detalladas, casi biográficas, de mujeres que destacan gracias a sus “cualidades personales excepcionales” (Harris, 1992, p. 950), mostrándolas como sujetos anómalos de la historia.

Este punto de vista conlleva un peligro significativo: si asumimos que lo que vemos en el registro textual es producto de la excepcionalidad o de la personalidad, perderemos de vista el colectivo y le sumaremos a la historia decimonónica de los “grandes hombres” la de las “mujeres inusuales” (Urbano, 2018, p. 430). Por lo tanto, sigue siendo pertinente el llamado de Piotr Michalowski sobre “la necesidad de producir interpretaciones” (1990, p. 381) o, como plantean Garcia-Ventura y Svärd (2018), insistir en que el campo se beneficiaría muchísimo con la incorporación de teorías y metodologías de otras disciplinas, no en un simple cortar-y-pegar, sino haciendo un esfuerzo para repensar esos aportes en la especificidad histórica de nuestra área.

Siguiendo esa línea de pensamiento, se considera que es fundamental para este trabajo reflexionar sobre el concepto de poder en interseccionalidad con el de género y en la alteridad histórica del Cercano Oriente Antiguo. Uno de los referentes insoslayables para entender el poder desde una perspectiva crítica es Michel Foucault. El concepto de poder de Foucault dialoga y pone en tensión la idea de Thomas Hobbes de que el poder es algo que algunos tienen y otros carecen y que se ejerce de modo jerárquico, de arriba hacia abajo. Frente a esta idea del poder como algo material, Foucault lo piensa como una relación de fuerzas: “El poder no es algo que se adquiera, arranque o comparta, algo que se conserve o se deje escapar, el poder se ejerce a partir de innumerables puntos, y en el juego de relaciones móviles y no igualitarias” (Foucault, 2008, p. 90).

Así la pregunta central no es quién detenta el poder, sino cómo se ejerce y qué efectos tiene dicho ejercicio. También nos advierte que:

Donde hay poder hay resistencia, y (...) ésta nunca está en posición de exterioridad con respecto al poder (...) los puntos de resistencia están presentes en todas partes dentro de la red del poder (...) constituyen el otro término de las relaciones de poder; en ellas se inscriben como el elemento irreductible de confrontación (Foucault, 2008, pp. 91-92).

Asimismo, se considera que las estructuras estatales están atravesadas por las relaciones de género. De tal modo, la política puede entenderse mejor dejando de lado la idea preconcebida de que es "una cosa de hombres" y que sólo hay una forma válida de ejercerla: la masculina. Esto abre nuevas perspectivas. Sin duda, la dominación masculina valida positivamente unos atributos sobre otros. Como afirma Michelle Rosaldo (1974), hay que tener en cuenta que las actividades masculinas, frente a las femeninas, se consideran mucho más importantes y que los sistemas culturales otorgan estima y autoridad a los roles y actividades de los varones. Entre esos atributos masculinos de poder destacan la fuerza física, la virilidad y las actitudes patriarcales, que se traducen en autoridad y autonomía en la toma de decisiones. Por eso, muchas interpretaciones consideran que las mujeres sólo ejercen realmente alguna cuota significativa de poder si adoptan atributos masculinos de poder. Como señala Saana Svärd en su extenso estudio sobre género y poder en el Imperio neoasirio (2015), las relaciones de poder van mucho más allá de la autonomía y la capacidad de unas pocas mujeres para actuar libre e independientemente. La resistencia y las formas derivadas de las relaciones de poder también deben considerarse como representantes de una perspectiva más completa y compleja.

Existen otras formas de ejercicio del poder que no se dan de manera jerárquica; para su aplicación a la Asiriología, nos referimos al concepto de heterarquía (Svärd, 2015). Su potencial reside en que nos permite abordar los modos laterales de las relaciones del poder, las estrategias y también las resistencias. Esta opción conceptual es fértil para abordar la relación de las mujeres con el poder, porque permite incluir una perspectiva de género que atienda a las jerarquías y desigualdades que se dan entre varones y mujeres, pero también a las tensiones que se dan entre mujeres de distintos rangos sociales y aun entre las mujeres de la elite por variables como la edad, el origen étnico, la ascendencia, etc. (Urbano, 2021; 2023a; 2023b). Una perspectiva de análisis que aún no ha sido aplicada al archivo de Iltani.5

Siguiendo estas reflexiones, ¿por qué se deduce que las mujeres deben participar en política igual que los hombres? En consecuencia, habría que suponer que las mujeres en relación con el poder tuvieron que elegir entre adoptar cualidades masculinas para ejercer el poder o hacerlo empleando especificidades femeninas en prácticas políticas no masculinas. Pero, ¿era ésta una opción real?, ¿podrían las mujeres elegir, de entre una variedad de estrategias, la que mejor se adaptara a las circunstancias?

Rosaldo (1974) identifica acertadamente que las mujeres tenían suficiente influencia y poder para participar a través de susurros, gritos y cantando junto a sus hermanos o negándose a cocinar. La historiografía ha tendido a considerar estas prácticas como manipulaciones ilegítimas o sin importancia. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, si bien la autoridad masculina legitima el uso que se hace del poder, no lo agota; y que las estrategias de ejercer presión, llamarse a silencio y manipular la información no son exclusivas de las mujeres. Además, ¿por qué entender el poder y las prácticas, que lo expresan de forma dual y antagónica, coincidente con una construcción binaria del género?

Estos interrogantes sobre la utilidad de categorías modernas para pensar la antigüedad nos acercan a los estudios feministas poscoloniales. A principios de la década de 1990, la antropóloga Lila Abu-Lughod, que trabajaba con mujeres beduinas, se preguntaba: "¿cómo podemos reconocer los casos de resistencia de las mujeres sin atribuirles erróneamente formas de conciencia o política que no forman parte de su experiencia, algo así como conciencia o política feminista?" (p. 47). Reconstrucciones de este tipo caen en lo que Abu-Lughod llama "el romanticismo de la resistencia". Es decir, buscar ejemplos en la historia de mujeres que se enfrentaron al poder patriarcal, como una forma de buscar esperanza en el pasado frente a un presente de dominación. La autora nos dice: "Al leer la resistencia de esta manera, colapsamos las distinciones entre diferentes tipos de resistencia y repudiamos ciertas cuestiones que tienen que ver con los mecanismos del poder" (1990, p. 42).

Abu-Lughod propone invertir la fórmula foucaultiana y nos dice "donde hay resistencia hay poder". Propone no pensarlas como prácticas de exterioridad al poder sino como partes-de-y-en-el-poder, como uno de los efectos mismos del poder o, en sus palabras, como un "diagnóstico del poder" (1990, p. 42) que nos permite detectar cambios históricos en las configuraciones y métodos del poder. Las resistencias son vistas no como prácticas conscientes para hacer frente a la dominación masculina, sino como un efecto del propio poder, como "acto reflejo" que no son ajenos a la dominación masculina.

Sin embargo, algunas de ellas generan conflictos reales en la dinámica cotidiana de las relaciones de género:

Tenemos que aprender a leer en las diversas formas de resistencia local y cotidiana la existencia de una variedad de estrategias y estructuras de poder específicas. La atención a las formas de resistencia en sociedades concretas puede ayudarnos a ser críticos con las teorías parciales o reduccionistas del poder (Abu-Lughod, 1990, p. 53).

En este sentido Saba Mahmood nos dice: "en las dos últimas décadas, una cuestión ha ocupado a muchas teóricas feministas: ¿cómo debería incorporarse la cuestión de la especificidad histórica y cultural tanto al análisis como a la política de cualquier proyecto feminista?" (2001, p. 1). La cuestión es cómo construir categorías útiles desde el género para nuestra especificidad histórica descolonizando los archivos y las reconstrucciones androcéntricas. Se consideran, por lo tanto, las formas de ejercicio de poder-resistencia por parte de Iltani, no como prácticas conscientes para enfrentarse a la dominación masculina con el fin de desafiarla o acabar con ella, sino como un efecto del propio poder, es decir, como "actos reflejos" que no existen fuera del campo de poder de la dominación masculina. Sin embargo, algunos de estos actos producen verdaderos conflictos dentro de la dinámica de las relaciones de género. Es mi intención hacerlos visibles.

3. Las particularidades del archivo epistolar de Iltani

El sitio de Tell Al-Rimah comenzó a ser excavado en 1964 a cargo de David Oates con el apoyo de British School of Archaeology in Iraq. Se encontró el templo a la diosa Ishtar y un palacio de importantes dimensiones. En las habitaciones del mismo se hallaron, además, tablillas de arcilla con escritura cuneiforme. En ellas se identificó la presencia del rey Asqur-Addu, quien ya era conocido por los Archivos Reales de Mari, puesto que contamos con cartas que este enviaba a Zimri-Lim, rey de Mari (actual Tell Hariri, Siria). Esto permitió ubicar a Tell al-Rimah en la cronología paleobabilónica de la Alta Mesopotamia y aportar a la comprensión de la dinámica política de la región. El archivo de Iltani es de un periodo apenas posterior, cuando Mari ya había sido arrasada por Hammurabi de Babilonia. Por otro lado, según está datado por el sistema eponimal6, buena parte de los textos pertenece al epónimo Sabrum que corresponde al año 38-39 del reinado Hammurabi de Babilonia (1755 a.n.e.) (Battini, 2001; Langlois, 2017a, 2018).7 Por lo tanto, el archivo que nos interesa cubre un periodo de 5 años hasta la violenta destrucción del palacio en 1751 a.n.e., en las postrimerías del reinado de Hammurabi (Eidem, 1989). También es posible que se produjera durante una etapa de agitación política tras la muerte de Hammurabi (1750 a.n.e.) (Battini, 2001).8

Las primeras publicaciones sobre Tell al-Rimah son los reportes de campaña publicados en la revista Iraq entre fines de los años 60 y principios de los 70. Estos son descripciones detalladas de las estructuras arquitectónicas encontradas, complementadas con planos y dibujos.9 Casi diez años después del inicio de la excavación, llegó la publicación de los textos (denominados con las siglas OBTR) a cargo de Stephanie Dalley, C.B.F. Walker y J.D. Hawkins (1976) con introducción a cargo de David Oates. Esta es una obra de magnífica realización con estudios introductorios, textos transliterados al acadio y traducidos al inglés, además de dibujos de las tablillas y sellos. El apartado dedicado a Iltani está a cargo de la propia Dalley. La autora realiza un dedicado estudio del archivo, ubicándolo históricamente, y nos brinda un cuadro de los reyes de Tell al-Rimah con importante información para ubicar a Iltani en relación a estos.10

En 1977, Dalley publicó en la revista Iraq un artículo sobre la producción y gestión de tejidos. De las cuarenta cartas entre Iltani y su marido, Haqba-Hammu, diez se refieren a telas, prendas de vestir y tejedores. Otras once cartas dirigidas a Iltani por diferentes personas también se refieren a este tema, y algunas mencionan los textiles en cantidades bastante importantes. De los textos económicos, cuatro se refieren a textiles, dos de ellos en grandes cantidades, por lo cual está claro que esta tarea era una de las ocupaciones principales de la princesa. Los textiles estaban destinados a los miembros de la elite, pero también eran objetos que circulaban entre las casas reinantes en formas de regalos diplomáticos.

Gracias a estas publicaciones, Iltani se ganó un lugar propio en la historia de las mujeres reales de la Mesopotamia antigua. Dalley, en su libro de 1984 Mari and Karana, realizó un trabajo de gran ejecución en el que pone a los textos del sitio en relación con los reinos del periodo paleobabilónico, en especial al de Mari. El libro se organiza en capítulos temáticos; uno de ellos, por supuesto, pertenece a las mujeres (Capítulo 5). La estructura del texto alterna entre comentarios de carácter descriptivo y la cita de fragmentos de los textos. Como es habitual en la Asiriología, los roles y prácticas de las mujeres de elite se explican por particularidades de su personalidad, siendo descriptas con los atributos del patriarcado, como esposas devotas y mujeres de ocio. Durante los años 80, los trabajos publicados se centraron en la discusión sobre con qué ciudad antigua identificar al sitio de Tell al-Rimah.11 La dilucidación final llegó en 1987 en un artículo de D. Charpin y J-M. Durand en el cual establecieron que, en función de cartas inéditas de Mari, el sitio excavado era la antigua Qaṭṭara. Durante los años 90 encontramos otra publicación de carácter arqueológico sobre la cerámica encontrada en el sitio. Se trata de la obra de Carolyn Postgate, David Oates y Joan Oates de 1997.

Si bien el archivo de Iltani despertó gran interés, la cantidad de trabajos que lo tratan en profundidad es escasa. Contamos con la publicación de Jesper Eidem (1989), donde el autor describe los documentos y procura establecer los vínculos familiares con las personas nombradas en su correspondencia y textos económicos. Es un texto de carácter más bien descriptivo, aunque muy útil para comprender el árbol genealógico de Iltani.12 En 2001, la arqueóloga Laura Battini, especialista en el estudio de los palacios, realizó una relectura interesante de las características del palacio de Tell al-Rimah a partir de los informes de campaña de Oates. En la misma presentó ideas sugerentes sobre el contexto arqueológico en que se encontró el archivo vivo (el de Iltani) y el abandono final del palacio.

No es sino hasta el 2017 que Iltani volvió a ser noticia cuando Anne-Isabelle Langlois publicó su tesis doctoral dentro de la colección “Mémoires de NABU”, con el sello editorial de SEPOA (París) y bajo la dirección del propio Dominique Charpin. La obra de Langlois (2017a; 2017b) es de gran valor, es un análisis minucioso del archivo de Iltani que se encuentra actualmente en el Museo de Baghdad. Se trata de un estudio detallado estructurado en torno a las distintas funciones y atributos que detentó esta mujer (Volumen 1). Además, gracias al desciframiento del sistema de datación eponimal, pudo ordenar los textos cronológicamente y publicarlos en el volumen 2.

Sin negar su inestimable valor y rigurosidad, el trabajo de Langlois responde a los estilos propios de la Asiriología donde, como ya dijimos, prima la perspectiva filológica y hay reticencia a la teoría. Por lo tanto, no encontramos una reflexión de corte histórico sobre qué significaba ser mujer y ejercer el poder en ese contexto específico, no hay uso de categorías teóricas, ni una mirada desde la perspectiva de género. En otra publicación de la autora, Iltani es descrita de forma muy estereotipada en muchos pasajes. Por ejemplo, es presentada como “frágil y fácilmente irritable” (Langlois, 2018, p. 145)13 con una “tendencia a perder los estribos y difundir chismes y calumnias” (Ibid., p. 143).14 Asimismo, si bien plantea que ejercía cuotas de poder, no hay una reflexión profunda sobre qué implicaba dicho ejercicio y las explicaciones se limitan a su “personalidad compleja”, definiéndola como audaz, obstinada y oportunista (Ibid., p. 146).

La reedición de los textos y el análisis renovado realizado por Langlois hicieron que importantes especialistas abordaran nuevamente estos documentos desde perspectivas originales. Tal es el caso de Jack Sasson (2019) que, en el libro homenaje a Dominique Charpin, realiza un análisis del discurso de la carta OBTR 158, donde Haqba-Hammu amenaza a Iltani diciéndole: “¡Si no liberas el ganado, las ovejas y los asnos, te cortaré en 12 pedazos!”.15 Con la maestría que caracteriza al autor, Sasson reflexiona sobre la amenaza como forma discursiva frecuente en las relaciones políticas de la Alta Mesopotamia. Las conclusiones son sugerentes y delinean a Iltani casi como una estratega. No obstante, en algunos pasajes, ella es descrita de forma muy estereotipada (como oportunista e irascible), recuperando explícitamente la personalización hecha por Langlois explicitada supra.

Recientemente, dos asiriólogas con gran trayectoria en el estudio de las mujeres, Brigitte Lion y Cecile Michel (2022), ofrecieron un artículo de gran interés. Se trata de un análisis comparativo de los registros hallados en los palacios del Bronce Medio (2000-1600 a.n.e) de Siria y la Alta Mesopotamia que documentan la presencia de mujeres, no solo de elite. El trabajo reúne datos de los yacimientos de Mari (Tell Hariri), Qaṭṭara (Tell al-Rimah), Ašnakkum (Chagar Bazar), Tuttul (Tell Bi'a) y Alalah (Tell Açana) para elaborar “un inventario de las ocupaciones femeninas” (p. 17). Las autoras tienen gran experiencia en la temática de las mujeres trabajadoras (Lion y Michel, 2016) y, en este caso, se dedican principalmente a las listas de entrega de asignaciones y otros textos económicos. Este artículo da pistas clave para preguntar, no solo sobre cómo Iltani administraba su casa y el personal que tenía a cargo, sino también sobre la presencia de mujeres trabajadoras (cocineras, tejedoras, nodrizas, aguateras, guardianas de puertas, entre otras), y muestra cómo esta fuerza de trabajo era fundamental para el funcionamiento de los grandes palacios del Bronce.

4. Marcas en la arcilla: la escritura epistolar como herramienta política

A esta altura de los estudios sobre el archivo de Iltani, se considera que aún resta preguntarse por cuestiones que no han sido debidamente atendidas en torno al problema que nos interesa, es decir, la relación de las mujeres reales con el poder político vista a través de la escritura epistolar.16 El trabajo con un archivo epistolar nos obliga a plantear ciertos recaudos. El procedimiento tan usual de aislar un pasaje de una carta para obtener datos de un hecho determinado es peligroso y mutila la riqueza de la fuente. Estos documentos deben ser vistos en sí mismos como objeto de análisis y no simplemente utilizarlos para dar cuenta de tal o cual problemática aislada. Una concepción tal es azarosa e insuficiente y debería ser sólo un aspecto de la tarea a emprender (Liverani, 1983). El problema no debería ser identificar simplemente los hechos que en las cartas son narrados, sino explicar por qué son narrados de ese modo y no de otro y por qué se recurrió a la práctica epistolar para dar cuenta de ellos.

Nora Bouvet (2006) caracteriza a la escritura de cartas como una práctica destinada al intercambio, perteneciente al campo de los discursos sociales, cuya función principal es la comunicación. Un rasgo singular de esta sociedad parece ser el hecho de que, aún antes de que se poseyera un absoluto dominio sobre la escritura, ésta ya era utilizada como instrumento de comunicación superando los límites del espacio y el tiempo. En su fase embrionaria, ya poseía una cualidad que nunca perderá: la de transmitir mensajes, la de comunicar.17

Sin embargo, reducimos su riqueza si creemos que la carta únicamente comunica a distancia aquello que por razones físicas y espaciales no se puede decir cara a cara. Los enunciados que encontramos en las epístolas no son neutrales; generalmente, son contestaciones, objeciones, insistencias, negaciones y acusaciones. La carta responde a un modelo de comunicación aleatorio, abierto a los riesgos y a los malentendidos. Por lo cual, es difícil ajustarla al modelo clásico de emisor y receptor recibiendo e intercambiando un mensaje de contenido no problemático (Bouvet, 2006). Estos riesgos ya habían sido detectados desde hace tiempo por el asiriólogo Miguel Civil (1980), quien expuso la obsolescencia del modelo emisor/receptor que primaba en la Asiriología del momento.

De tal modo, se considera que el intercambio mismo afecta a la carta en su contenido interno porque influye y modifica sus condiciones de producción. La escritura se instala reteniendo en las tablillas de arcilla todo aquello que se pueda evaporar, creando así una relación de particularidad con la oralidad. La carta, en esa suerte de juego dialogal que establece, preserva algo de la inmediatez referida a la oralidad, a tal punto que Bouvet nos dice que las cartas se convirtieron en el espacio idóneo para completar el “hiatus” que se crea entre la oralidad y la escritura (2006, p. 51). Más allá de todos los matices que podamos introducir a esta compleja problemática, en cierto punto la carta mantiene algún grado de espontaneidad y vitalidad de la palabra sonora, por lo cual podemos decir que la impronta escrita de la carta conserva una “oralidad en suspensión” (Ibid., p. 51). Recordemos que, generalmente, las cartas eran dictadas a los secretarios o escribas y solo en muy pocas ocasiones podemos suponer que eran los propios reyes, reinas o personas al mando quienes las escribían. La práctica más frecuente era dictar la idea central y luego el escriba la redactaba siguiendo las formalidades correspondientes sobre la base de las instrucciones y de un primer borrador (Charpin, 2007).18

La fórmula inicial de las cartas paleobabilónicas revela los orígenes orales de la transmisión de mensajes. Las primeras líneas constan siempre de dos partes: “Di a X: así habla Y” (Ana X qibi-ma umma Y en acadio). Veamos un ejemplo desde la correspondencia de un funcionario principal Napsuna-Addu con Iltani:19


“Di a Iltani: así habla Napsuna-Addu” (Langlois, 2017b, p. 48).20

Por otro lado, la estrategia de no dejar todo por escrito e instruir al mensajero a completar de forma oral el mensaje podía deberse al deseo de mantener de forma confidencial lo sustancial del mensaje. Un ejemplo de esto es la carta ABTR 20 enviada por Napsuna-Addu. En ella, el funcionario recuerda las palabras de la princesa: “Tú me habías escrito así: ‘he instruido a mi servido-ṣuhârum en un asunto que me interesa y te he enviado un mensaje (a través de él).’” (2017b, p. 5). 21

Del mismo modo, si recurrimos a la pragmática, disciplina que estudia los actos de habla, es decir, el vínculo entre los signos y el uso que las personas hacen de ellos, nos puede aportar elementos para pensar los discursos más allá de la sintaxis y la semántica (Reyes, 1998). Así, podemos identificar ciertas constantes y usos de recursos estilísticos en las cartas del archivo de Iltani. Algunas de ellas son extremadamente deferentes y pueden parecer excesivas u obsequiosas. Pero, de hecho, son típicas de la retórica cortesana de la época.

En primer lugar, las cartas siguen fórmulas de salutación acompañadas por bendiciones de los dioses. No obstante, encontramos variaciones que podrían estar vinculadas a las jerarquías de los interlocutores y a la cercanía de estos con Iltani y a los atributos de los dioses y diosas invocados de los que se espera obtener algún atributo (Langlois, 2017b). Por el otro, como en otras cartas del mismo periodo, encontramos la recurrencia de la expresión “¡Alégrate!”, en especial en cartas que los funcionarios o el propio Haqba-Hammu enviaban a Iltani. Como podemos ver en OBTR 67, su propio esposo le da a Iltani las buenas noticias llegadas de Babilonia diciéndole: “Buenas noticias han llegado de Babilonia, ¡Alégrate!”. Otra de estas fórmulas está vinculada a la demanda de respuesta o envío de información y se formula con la palabra šalmâku (“estoy bien”), como podemos ver en las cartas OBTR 51 y 54 de Napsuna-Addu, y con la combinación de šulmum y šapârum (“envíame tus novedades”) (Langlois, 2017b, p. 11).

Como en otras cartas del periodo, estas se formulaban con frases estereotipadas. Identificamos otras expresiones que podían funcionar como saludo final o también como afirmación de sabiduría por parte de funcionarios: “¡Que mi señor reflexione y haga lo que debe hacer según su condición de gran rey!” y “Que mi señor actúe según lo que le parezca prudente”. La carta de OBTR 139 enviada por Habdi-Addu, un servidor, concluye con una fórmula similar:

(Líneas 18-22) “Otra cosa, respecto a los siervos de Yadruk-Addu, he transmitido las buenas noticias... a mi señora, [a NP] y al alcalde-sugâgum. Que mi señora aconseje lo que corresponda.” (2017b, p. 140)22

Habdi-Addu, por tanto, se remitió a Iltani utilizando estas fórmulas de retórica cortesana que estaban destinadas a personas de alta jerarquía. Muchas cartas paleobabilónicas que transmiten una petición apelan a la buena voluntad de la persona jerárquicamente superior a la que se dirigía el remitente de la misiva. Los archivos de Iltani ilustran esta práctica y presentan dos fórmulas utilizadas con este fin. Una de ellas es “si es el deseo de…” (šumma libbi… [lit. “si es el corazón…”]) como se registra en OBTR 117, donde se le solicita que envíe alimentos:

  1. (líneas 1-3) “Di a mi señora: así habla Uri-Addu.

  2. (líneas 3-5) ¡Que tu [dios], el genio protector (y) Geštinana te hagan vivir muchos días para mí!

  3. (líneas 6-12) Ya sabes que mi posición aquí no es estable, anteriormente había solicitado grano a mi señor (=Haqba-Hammu) y no me lo negó.

  4. (líneas 13-14) Pero acabo de terminar (de consumir) este stock.

  5. (líneas 14-18) Ahora, si es el deseo de mi señora, que ella me suministre grano (destinado) al aprovisionamiento.” (2017b, p. 140)23

Otra expresión, “si es bueno para…” (šumma anaṭâb, [lit. “si le place a…”]), es identificada en cartas donde se le solicita “un favor” (gimillum) a Iltani, es decir, que es un modo de pedir su intervención política bajo la etiqueta protocolar correspondiente o de demandar algún tipo de bien en forma de regalo. Dentro de esta misma línea, también se ponen de relieve los lazos de parentesco y de afecto como podemos ver en OBTR 122 y 153.

Una carta particularmente significativa para comprender cómo esta retórica se vincula con las formas de ejercicio del poder político es la OBTR 126, enviada a la Iltani por Yataraya, esposa secundaria de Haqba-Hammu y, por lo tanto, mujer subordinada a la primera nombrada:

  1. (línea 1-3) “Di a Iltani: así habla Yat[ar]aya.

  2. (líneas 4-5) El rey, en cuanto llegue, hará lo que quiera.

  3. (líneas 5-6) ¡Debes hacer los arreglos! Tu eres verdaderamente la mujer.

  4. (líneas 7-9) Pero por qué tú me calumnias en presencia de Re’um-ili, tu hijo, diciendo: “Yata[raya]….”

  5. (líneas 10-16) Re’um-ili…ha hablado conmigo en estos términos: “Iltani ha calumniado de verdad… él/ella se quejará de ti”

  6. (líneas 17-18) Ya que te quejaste de mí y me calumniaste, voy a quejarme de tus calumnias justo cuando

  7. (líneas 2-23) te acabo de dar una ristra de pistachos, los primeros frutos del año.” (2017b, p. 125). 24

Esta carta nos brinda varios elementos importantes para reflexionar sobre las relaciones de género y poder. Si bien Yataraya era la esposa secundaria y debía reconocer la jerarquía de Iltani, en tanto hermana del rey, en el plano más concreto de las relaciones de poder podríamos aplicar el concepto de heterarquía. Iltani habitaba en Qaṭṭara y dirigía su palacio con toda autoridad, pero su esposo habitaba en Karana junto con Yataraya. Allí, ella cumplía las mismas funciones que la esposa principal (Langlois, 2017a). Las dos mujeres detentaban una cierta autonomía, cada una en su ciudad. Sin embargo, como se ve en la carta ya citada, esta relación no estaba libre de conflictos y podemos conjeturar que, tal vez, cuando ambas estaban en presencia de Haqba-Hammu, las tensiones podían agudizarse. Desconocemos el contenido de las calumnias que denuncia Yataraya y que le son informadas por el propio hijo de Iltani, Re’um-ili, pero Langlois (2017a) plantea que pueden ser acusaciones de adulterio o negligencia en la realización de sus actividades. La autora ha definido estas acciones de Iltani como consecuencias de su carácter y temperamento complejo: “frágil, testaruda, oportunista y franca como parece haber sido, ejerció un cierto poder, como demuestra su correspondencia” (2017b, p. 109).25

Se considera que, tanto las figuras estilísticas, retóricas y discursivas identificadas en las cartas, como las acusaciones, calumnias o difamaciones son estrategias políticas propias de una trama de poder enredada entre lo personal y lo político. El poder no se agota en las formas tradicionales de su ejercicio. Podemos sostener, de manera tentativa, que estas prácticas políticas, que denominaremos intersticiales o de resistencia, no son el resultado de una supuesta incapacidad por parte de Iltani para ejercer el poder del mismo modo que los varones ni el resultado de personalidades complejas, sino producto de las contingencias históricas de la dominación masculina. La cuestión no es biológica ni psicológica, sino política. Ejercer el poder dentro del marco de lo tolerable por el patriarcado obligó a las mujeres de la elite a desarrollar la creatividad, recurriendo a prácticas políticas intersticiales para el ejercicio del poder.

5. Conclusiones

En este acercamiento a la figura de Iltani desde una perspectiva de género se buscó no solo contextualizar el descubrimiento y publicación de su archivo epistolar sino, también, las producciones historiográficas sobre el mismo en el marco de la Asiriología, una especialidad que solo recientemente ha prestado atención al problema de la relación entre género y poder.

En este camino, identificamos que importantes especialistas, si bien reconocen la relevancia del archivo y realizan análisis eruditos y de excelente realización, no logran romper del todo con interpretaciones estereotipadas signadas por el patriarcado.

Por otro lado, pudimos poner en evidencia que el soporte mismo, las características de la escritura cuneiforme y el hecho de que trabajemos con cartas, condicionan tanto el contenido del mensaje como su circulación misma. Las cartas enviadas por Iltani se posicionan en un espacio liminal entre lo personal y lo político, son dispositivos de la política estatal, pero también están permeadas por las particularidades de ser una mujer en el poder.

Finalmente, a partir de ciertas fórmulas recurrentes en las cartas, desde saludos y bendiciones hasta las formas de solicitar información, atención e inclusive de denunciar, podemos reconocer indicios para pensar las formas de ejercicio del poder político. Estas estrategias parecen ser diversas y originales. En algunos casos, Iltani resuelve con gran autoridad y autonomía. En otros, recurre a prácticas de resistencia: silencios mediante el no envío de una carta, difamaciones, acusaciones. Un arsenal ecléctico de herramientas políticas para una mujer de elite que gozaba de privilegios, pero que no podía escapar al peso del patriarcado. Todos estos elementos permiten reconocer, no una subordinación abrumadora, sino una tensión y negociación permanentes en la construcción de las relaciones de género. Los signos elusivos de resistencia nos parecen importantes para percibir la dinámica de estas relaciones. En el núcleo íntimo del reino, en las relaciones parentales más estrechas, algunas mujeres pusieron en práctica mecanismos instituyentes que rompen la rigidez de la dominación masculina.

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Notas

1 Sobre este punto ver Langlois (2017a, p. 48).
2 Para una mirada introductoria y crítica sobre los nuevos materialismos en arqueología ver David (2004).
3 Se presentan aquí algunas obras de síntesis que, de ninguna manera, representan el total de las producciones. Para una bibliografía de las producciones referidas a género y mujeres en el Cercano Oriente Antiguo actualizado hasta 2016, ver Garcia-Ventura y Zisa (2017).
4 Un ejemplo de esto es la compilación de Charpin y Ziegler (2003).
5 Aquí nos referimos a la perspectiva de la interseccionalidad. Véase: Viveros Vigoya (2018).
6 Ver Veenhof (1985).
7 Los textos económicos no son contemporáneos a las cartas. Pertenecen a epónimos anteriores que irían del 1759 a 1756 a.n.e. Langlois (2017a, pp. 31-37; 2018, p. 132, n. 13).
8 Iltani fue la última ocupante del palacio de Tell al-Rimah. Su esposo, sin embargo, residía en Karana, cuya ubicación aún no se ha establecido. Es decir que los esposos vivían separados (Battini, 2001).
9 Dichos reportes fueron publicados de manera consecutiva en la revista Iraq. D. Oates (1965; 1966; 1967; 1968; 1970; 1972). Sobre las formas de salutación en las cartas ver Dalley (1973).
10 En los capítulos siguientes de la obra, se presentan los documentos económicos encontradas en otras áreas del palacio, del templo y un estudio sobre los sellos. Siguen índices de nombres personales, divinos, geográficos y gentilicios, de meses, las palabras acadias discutidas. Finaliza con copias a mano de las tablillas y fotografías de sellos y tablillas.
11 Las dos opciones eran Karana y Qaṭṭara. D. Charpin y J-M. Durand (1987) demostraron que se trataba de esta última confirmando la hipótesis de J. Eidem (1989). Ver asimismo Nashef (1988). Sobre este debate ver Langlois (2017a).
12 M. Stol (2016) en su libro sobre las mujeres del Cercano Oriente Antiguo dedica solo dos páginas a reseñar las actividades económicas de Iltani.
13 Traducción propia.
14 Traducción propia.
15 Traducción propia.
16 Un elemento importante a destacar es que nuestro archivo es parcial porque solo contamos con las cartas que se archivaron en Qaṭṭara, es decir, las que Iltani recibía, pero carecemos de las enviadas por ella. Las excepciones son OBTR 156 y 158 cartas enviadas por Iltani a Haqba-Hammu.
17 Sobre las particularidades de la escritura cuneiforme y su desarrollo ver Seri (2015).
18 Para profundizar consultar Charpin (2008; 2013).
19 Napsuna-Addu forma parte del círculo familiar, político y administrativo de Iltani. Él residía en Șarbat o incluso la gobernaba. Un escriba formado en la tradición babilónica redactaba sus cartas. Se constata el envío de 37 cartas entre este funcionario e Iltani (Langlois, 2017a). La frecuencia con la que el funcionario y la princesa se escribían es notable. Se constata el envío de 37 cartas entre este funcionario e Iltani (Langlois, 2017a). Probablemente, cada cuatro día Napsuna-Addu le enviaba una carta (Langlois, 2017b).
20 Tomada de Langlois (2017b, p. 48). Original en francés, traducción al español de la autora.
21 Tomada de Langlois (2017b, p. 5). Original en francés, traducción al español de la autora.
22 Tomada de Langlois (2017b, p. 140). Original en francés, traducción al español de la autora.
23 Tomada de Langlois (2017b, p. 140). Original en francés, traducción al español de la autora.
24 Tomada de Langlois, (2017b, p. 125). Original en francés, traducción al español de la autora.
25 Original en francés, traducción al español de la autora.

Recepción: 30 abril 2024

Aprobación: 21 agosto 2024

Publicación: 01 marzo 2025



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