Descentrada, vol. 6, nº 1, e167, marzo-agosto 2022. ISSN 2545-7284
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género (CInIG)

Comunicaciones

Feminización de la denominación de profesiones, títulos y oficios en francés metropolitano. Revisión bibliográfica sobre los principales puntos de debate (2002-2019)

Magalí Nazzarro

Facultad de Ciencias Sociales, Universidad del Aconcagua - Facultad de Ciencias de la Universidad de Congreso, Argentina
Cita recomendada: Nazzarro, M. (2022). Feminización de la denominación de profesiones, títulos y oficios en francés metropolitano. Revisión bibliográfica sobre los principales puntos de debate (2002-2019). Descentrada, 6(1), e167. https://doi.org/10.24215/25457284e167

Resumen: En este estudio se abordan las posturas y argumentos en torno a la denominación de profesiones, títulos y oficios en francés metropolitano durante el periodo 2002-2019, cuyo eje de debate es el valor neutro y genérico del género gramatical masculino. Dichos argumentos utilizan criterios históricos, estéticos y también ideológicos. Mientras que los detractores se focalizan en nivel puramente lingüístico, los promotores consideran la lengua como una práctica social en la cual se refleja y alimenta la asimetría representativa del masculino genérico. La Academia Francesa hace eco de esta desigualdad al oponerse a la feminización de ciertos cargos jerárquicos.

Palabras clave: Feminización de denominaciones, Francés metropolitano, Género gramatical, Asimetría, Masculino genérico.

Feminization in the denomination of professions, titles and trades in metropolitan French. Bibliographic review on the main points of debate (2002-2019)

Abstract: This study addresses the denomination in professions, titles and trades according to metropolitan French during the period ranged from 2002 to 2019, whose axis of debate is the neutral and generic value of the masculine grammatical gender. These arguments use historical, aesthetic and ideological criteria. While the detractors focus on the linguistic level, the promoters consider language as a social practice in which the representative asymmetry of the generic masculine can be observed. The French Academy echoes this inequality by opposing the feminization of certain hierarchical positions.

Keywords: Feminization in denomination, Metropolitan French, Grammatical gender, Asymmetry, Generic masculine.

1. Introducción

En el presente artículo de revisión bibliográfica se aborda el tema de la feminización de las denominaciones de profesiones, títulos y oficios en el francés metropolitano. Quedan comprendidos también bajo esta denominación los cargos y funciones. El foco de atención está puesto en los puntos centrales del debate, los atributos del género gramatical masculino, dentro de un periodo que se extiende del 2002 al 2019, teniendo como referencia los documentos emitidos por la Academia Francesa.

La selección de la bibliografía representa esta problemática desde dos posiciones: la de quienes están a favor de la feminización de las denominaciones de profesiones, títulos y oficios, y la de aquellos que se oponen. En cuanto al desarrollo temático se tomará el trabajo de Patrick Charaudeau (2018) como eje de organización para ser complementado con los aportes y críticas de los demás autores. Algunos apartados de dicho artículo, tales como el análisis de la palabra hombre y el término Derechos Humanos, no serán abordados por exceder los objetivos establecidos.

En este trabajo no se discute la corrección o incorrección de las variaciones de género, sino que se trata de analizar este fenómeno lingüístico desde una perspectiva materialista, teniendo en cuenta la articulación entre lengua, discurso y efectos ideológico-simbólicos. No podemos olvidar el fuerte impacto político, cultural y social de la feminización. Así sucedió con la famosa frase de Charles de Gaulle en 1958,“Françaises, Français, aidez-moi!”, que desató una ola de críticas, y también en 2017 tras la publicación de un manual de historia y geografía con lenguaje inclusivo. Estos ejemplos ilustran las repercusiones no menores del tema, a partir de lo cual cobra importancia revisar las diferentes posturas y sus argumentos. En esto radican los objetivos de este artículo: presentar las diferentes posiciones según los criterios históricos, estéticos e ideológicos y las razones que las fundamentan.

2. Contextualización temática

En Francia, la discusión sobre la denominación de las prácticas laborales femeninas no es reciente. Históricamente, la incorporación de la mujer al mercado laboral y el acceso a la educación a partir de la Segunda Guerra Mundial (Académie française, 2019) abrieron la temática ya que la mujer ejecutó tareas reservadas a los hombres. Durante el siglo XXI, estos procesos se profundizaron y dejaron entrever una laguna lingüística dado que las denominaciones existentes no se adaptaban a las nuevas responsables (Académie française, 2019, p. 1). Ese mismo desajuste fue denunciado en el plano político en relación con los deberes y derechos de las mujeres. Olympe de Gouges compendió esa situación en la frase “si la mujer puede subir al cadalso, debe tener derecho a subir al estrado”(Puleo, 1993, p. 158). De hecho, las francesas tuvieron que esperar el año 1944 para acceder al derecho al voto.

Por su parte, desde el plano lingüístico la Academia Francesa se ocupó tempranamente del tema y emitió una serie de documentos. Entre los más relevantes citamos el de 1984, en el que apela a diversos argumentos para rechazar la feminización luego de la iniciativa política de adaptar el vocabulario laboral (Baider, Khaznadar y Moreau, 2007, p. 7). Luego, en 2002, enfatiza el contrasentido que puede provocar la feminización sistemática y recuerda al poder político que ella es la única institución con potestad para modificar el vocabulario y la gramática. Más tarde, en 2014, ocurrió un incidente en la Asamblea Nacional en el cual el diputado Julien Aubert insistió en llamar “Madame le président” a Sandrine Mazetier a pesar del pedido de ser llamada “Madame la presidente”.1En relación con esto, la Academia Francesa evocó la distinción entre los vocablos referidos a oficios y profesiones de los que señalan funciones oficiales y títulos, recordando que estos son diferentes de la persona que los ocupa (Académie Française, 2014). Finalmente, el último documento emitido en 2019 continúa en la misma línea que el anterior, afirmando que la función es siempre impersonal y distinta del sexo de su titular, por lo cual el masculino es el género apropiado (Académie Française, 2019, p. 17). En cuanto a las actividades profesionales corrientes, esgrime una heterogeneidad de formas y usos en plena mutación que no son rechazados a condición de que estén bien formadas, su empleo se imponga y no alteren el sistema de la lengua.

Cabe resaltar que los objetivos políticos y sociales de la feminización de las denominaciones de profesiones, títulos y oficios son establecer una igualdad entre los sexos (Charaudeau, 2018), visibilizar sus roles y revalorizar la representación de la mujer en el ámbito público (Arbogast, 2017). También es importante agregar el reclamo contra el uso sexista o peyorativo de expresiones que remiten a mujeres. Es el caso de don Juan . Casanova frente a une allumeuse, une traînée o une salope (Houdebine-Gravaud, 2003, p. 47). Por todas estas razones, es posible afirmar queeste tema no solo es de orden morfológico, lexical, semántico o discursivo sino, fundamentalmente, político e ideológico, ya que se subraya el poder simbólico del lenguaje (Simonffy, 2007).

En cuanto a la definición temática, es necesario distinguir los conceptos de feminización y lenguaje inclusivo que suelen tomarse como sinónimos. Maria Candea (en Abbou, Arnold, Candea y Marignier, 2018, p. 133) sostiene que todos remiten a la misma práctica que ha tenido distintas denominaciones tales como langage non discriminant, épicène, égalitaire, non sexiste, dégenré, français démasculinisé o féminisation. Frente a esta sinonimia, Charaudeau (2018, p. 26) afirma que feminizar consiste en asignar una marca morfológica femenina a un sustantivo para señalar a una persona de sexo femenino. De este modo, la feminización solo puede darse dentro de un esquema de división sexual y de género binario (Michel, 2016b). Además, se parte de una analogía entre el sexo y género según la cual el género masculino simboliza el sexo macho y viceversa (Michel, 2016b). Por su parte, el lenguaje inclusivo puede extenderse a otras categorías más allá del género y la orientación sexual, como son las minorías étnicas (Arbogast, 2017, p. 18).

Ahora bien, no todos los vocablos pueden ser feminizados sino solo aquellos que conciernen la denominación de seres humanos y algunos seres vivos. En el caso de este trabajo, la denominación de profesiones, títulos y oficios forma parte de los sustantivos comunes que definen al individuo como representante o miembro de una determinada categoría (Kleiber, 1996), según la actividad que desempeñe.

Otro concepto clave es el género gramatical. En tanto que categoría gramatical, siempre queda supeditado a la clasificación formal de la lengua. En el caso del francés, solo existen dos géneros: masculino y femenino. Esta repartición afecta a sustantivos que remiten a entidades sexuadas como también inanimadas (Michel, 2016b, p.32). En el caso de los sustantivos variables en género, como las denominaciones abordadas en el presente trabajo, el mismo sería motivado por el sexo del referente, un dato natural y extralingüístico que se obtiene del contexto situacional concreto, tal como sucede con el número. Por otro lado, para los demás sustantivos, no variables en género, la determinación de un género gramatical sería arbitraria, intrínseca y estable (Simonffy, 2007, p. 14).

Esta postura sobre la determinación directa del género gramatical a partir del sexo del referente se explicita en las gramáticas descriptivas (Michel, 2016, p. 38) tal como la de Grevisse (1993), Le bon usage. En ellas, se asocia de manera esencial el sexo macho al género gramatical masculino y el sexo hembra al género gramatical femenino.

Sin embargo, frente a esta perspectiva podemos mencionar la definición del género gramatical como un mecanismo de coherencia textual que no brinda información sobre el sexo (Michel, 2016b, p.38). Esta posición fue la adoptada por la Academia Francesa en su declaración de 1984 al señalar que el género gramatical distingue accesoriamente el sexo de los referentes (Académie française, 2014), y es diametralmente opuesta a la postura anterior ya que solo se define intralingüísticamente.

Podemos citar una última perspectiva sobre el género gramatical, heredera del estructuralismo, presente en la definición de feminización propuesta por Charaudeau (2018). Esta postura deriva de las reflexiones de la fonética y la fonología de Troubetzkoy, y de Jakobson y su teoría de la correlación entre elementos marcados y no-marcados. Así, el masculino es considerado como semánticamente no-marcado y el femenino como el género semánticamente marcado. Detrás de esta afirmación subyace la idea de que el masculino no indicaría necesariamente sexo, pero el femenino siempre es portador de este criterio (Michel, 2016b, p. 39). Aquí se halla el fundamento del masculino genérico, punto clave que atraviesa todo el debate. El mismo será abordado luego del recorrido por los fundamentos históricos, estéticos e ideológicos.

3. Fundamentos históricos

3.1. Nivel morfosintáctico

Los partidarios de la feminización apelan a la historia de la lengua, dado que en el siglo XVI se utilizaban frecuentemente las terminaciones en –trice y –esse para señalar el género femenino de los sujetos (Charaudeau, 2018). Sin embargo, también desde este criterio hallamos argumentos que tiran por tierra la feminización de los sustantivos ya que la misma lengua evolucionó haciendo retroceder las formas femeninas existentes y extendiendo el uso de las formas masculinas. La Academia Francesa (2019, pp. 5 y 10) y Mathieu Arbogast (2017, pp. 15-16) señalan que buena parte de esas terminaciones fueron dejadas de lado por dos razones: ya sea por un uso despectivo o porque referían a la esposa de un hombre que desempeñaba tal cargo. Por ejemplo, peintresse era la esposa de un pintor.

Desde lo sintáctico también se presentan argumentos históricos a favor de la feminización. Arbogast (2017, p.18) recupera el criterio de proximidad dejada de lado a partir de Vaugelas2 que permitiría concordar los plurales en femenino o masculino según el género del sustantivo más cercano, por ejemplo: des hommes et des femmes très sérieuses. Si bien esto no corresponde exactamente al caso de las denominaciones, porque se trata de adjetivos, es importante profundizarlo.

Múltiples razones se argumentan para rechazar este criterio de concordancia. En primer lugar, la confusión que podría generarse, por ejemplo, en el enunciado un bébé et trois femmes étaient trop grosses. Aquí debería sobreentenderse que se trata de una bebé dado que el femenino es una forma determinada (marcada) que brinda información precisa sobre el sexo (Yaguello y Baider, 2007, p. 104). Sin embargo, el problema de la indeterminación del sexo del género no-marcado podría suscitarse con la concordancia en masculino plural porque no puede conocerse a priori el sexo de todos los integrantes (Arbogast, 2017, p. 13; Michard, 2002, p. 65).

Además, otras razones serían el valor genéricodel masculino y, en última instancia, su nobleza (Khaznadar, 2002a; Michel, 2016b). Esta última idea fue introducida por el mismo Vaugelas, basada en una dominación masculina de orden natural e indiscutible, y su nobleza justificaría el uso del género masculino para la concordancia en plural (Baider, Khaznadar y Moreau, 2007, p. 6). Asimismo, Ann Coady (2016, p. 92) sostiene que esta idea de la nobleza es el resultado de un desplazamiento del género social al género lingüístico amparado por una institución.

Actualmente, la concordancia en plural se realiza en masculino, pero comprender esta regla requiere de una explicación de la relación entre género y sexo a lo largo del tiempo. Durante los siglos XVI y XVII el género gramatical estuvo directamente relacionado con el sexo (Hyväri, 2016, p. 10; Viennot, 2014, pp. 47-48), justificado por una perspectiva naturalista y esencialista. Sin embargo, desde el siglo XVI se inicia un proceso de neutralización del género masculino (Viennot, 2014, p. 50) mediante el cual los vocablos masculinos terminados en -e incluirían los dos géneros (cfr. Hyväri, 2016, p. 10). Durante el siglo XVIII y XIX desaparece la explicación naturalista y se abstrae la asociación sexo-género gramatical (Michel, 2016a, p. 13). Como consecuencia, la primacía del masculino es afirmada, adquiere estatus genérico y además se invisibiliza la motivación del género gramatical. Esta primacía puede entenderse como fortaleza frente al femenino y, por ende, como asimetría entre ambos géneros (Michard, 2002, p. 131).

En relación con esto, autores como Lucy Michel (2016a, p. 11), Ann Coady (2016, p. 81) y Daniel Elmiger (2013, p. 116) sostienen que la primacía estaría fundada en la tradición religiosa del Génesis en la cual Eva es creada de la costilla de Adán. Es decir, la mujer derivaría del hombre material y temporalmente. Otra causa, de carácter político, sería el establecimiento de la Ley Sálica en 1316 (Baider, Khaznadar y Moreau, 2007, p. 5) que impedía a las mujeres tanto el acceso al poder, como la transmisión del este a sus descendientes varones.

Esta idea de la derivación y del carácter secundario del femenino sigue implícitamente presente en las gramáticas actuales para explicar la feminización de sustantivos y adjetivos (cfr. Delatour, Jennepin, Léon-Dufour y Teyssier, 2004). Incluso, en los diccionarios actuales se coloca el término masculino seguido solo del sufijo femenino: boucher, -ère (Trésor de la Langue Française informatisé). El lingüista Mok (1968) analizó este fenómeno desde el plano fonético y puso seriamente en duda su originalidad, así como Edwige Khaznadar lo hizo desde el nivel morfológico argumentando una derivación del masculino y del femenino desde una raíz en común (cfr. Coady, 2016, pp. 81-82).

3.2. Fundamentos léxico-semánticos

Desde el nivel semántico y el nivel léxico se defiende la neutralidad del género masculino como argumento para rechazar la feminización. Charaudeau (2018, p. 14) señala que el francés, a diferencia de otras lenguas, no marca sistemáticamente el femenino ni a nivel gramatical ni léxico. Este argumento fue utilizado por la Commission générale de terminologie et de néologie al emitir en 2014 un documento basado en las recomendaciones de la Academia Francesa. Allí se sentenciaba que el masculino es el heredero del neutro latino (Arbogast, 2017), portador de valor genérico o género no-marcado, por lo cual la feminización era rechazada en algunos casos.

Desde el nivel lexical, algunos autores consideran que los fundamentos basados en la herencia del latín son verdades a medias. Por un lado, Michel (2016b) sostiene que los sustantivos neutros no se volcaron masivamente al masculino. Además, Khaznadar (2007, p.33) y Coady (2016, pp. 89-90) afirman que algunos de los neutros plurales del latín terminados en –a se transformaron en palabras femeninas en francés, por ejemplo: pectus,-is > la poitrine; folium,-i > feuille; granum,-i > graine; y los que se transformaron al masculino son únicamente objetos inanimados como templum,-i > le temple. En otras palabras, ningún neutro latino se transformó en nombre de persona en francés.

Tal como lo mencionamos anteriormente, retomar un análisis histórico de la lengua permite evidenciar la percepción naturalista del sexo, del género y también de los roles sociales y culturales (Michel, 2016a, p. 10). En efecto, en el siglo XVI había actividades propiamente femeninas y otras masculinas con sus correspondientes vocablos, que respondían a una clasificación binaria de sexos. Esto evidencia la trasparencia de la identidad entre lo intralingüístico y lo extralingüístico. En cambio, hoy las nociones de “mujer” y “hombre” pueden entenderse como una simbolización de propiedades físicas percibidas y organizadas en función de prácticas sociales concretas (Michard, 2002, p. 130), así como la captación del mundo es mediada por la lengua y la cultura (Houdebine, 2013, p. 119). Además, Michel (2016a, p. 14) subraya la alta representatividad masculina en los cargos públicos durante esa época, pues la mayoría de los referentes eran varones. Hasta hoy, la representatividad en esa esfera sigue asegurada por el uso del masculino genérico.

4. Fundamentos estéticos y legibilidad

En este criterio, los opositores argumentan la recarga de las frases y la dificultad de su lectura, mientras que los partidarios sostienen que podría darse una simplificación y hasta una economía de algunas repeticiones (Charaudeau, 2018).

Actualmente, existen estudios científicos que resuelven la dicotomía sobre la legibilidad de la escritura. Especialmente, Pascal Gygaz y Noelia Gesto (2007) demostraron que el ritmo de la lectura de un texto feminizado no se ralentizó, sino que permaneció idéntico. Por su parte, Florencia Mourlhon-Dallies (en Arbogast, 2017) señaló la existencia de una capacidad de adaptación del público a las nuevas condiciones de comprensión. También el estudio llevado a cabo por Julia Tibblin (2019, p. 42) mostró que, si bien un texto redactado en lenguaje inclusivo puede ser percibido como más difícil de leer, menos claro y más denso, la comprensión del mismo es prácticamente idéntica a la de un texto redactado en masculino genérico. Sin embargo, es importante reconocer que el abandono parcial o total de esta forma no es una tarea sencilla de poner en práctica (Elmiger, 2013, p. 118).

Desde el punto de vista estético, no podríamos presentar argumentos y contraargumentos, ya que resulta subjetivo definir una palabra o su escritura como bella o fea (Charaudeau, 2018). En cuanto a la percepción auditiva, su implementación puede provocar una resistencia que con el paso del tiempo podría reducirse (Pérez Lacarta, 2015, p. 123). Es el caso de sapeuse-pompière, cuyo rechazo fue aquietándose (cfr. Kelemen, 2007 p.23; Van Compernolle, 2008).

5. Fundamentos ideológicos

Este criterio es, quizás, el que presenta una mayor problematicidad y también aquel en el que se manifiesta abiertamente el carácter sociológico y político del tema. Tal como enunciamos en la introducción, detrás del debate, así como de las posturas epistemológicas, existe una ideología. Para comenzar, el reclamo se basa en una anulación o invisibilización de la presencia femenina o una disminución de tal categoría (Arbogast, 2017). Sin embargo, los detractores apuntan que detrás de este reclamo se halla una guerra de lo femenino (Charaudeau, 2018). Otra columna apela al dogmatismo de algunos de querer imponer su deseo y, finalmente, desde una línea queer reclaman que la feminización no logra la igualdad, pues de lo que se trata es de neutralizar el género (Michel, 2016b).

Un segundo aspecto que debe ser abordado es la dimensión política que revela el empleo de una lengua. Charaudeau (2018) responde desde un plano lingüístico afirmando que en realidad la lengua propiamente no es política, sino que esta condición se le atribuye al uso que se hace de ella y sus reglas. Khaznadar (2007, p. 26) concuerda con esta afirmación al decir que hay que distinguir la lengua del discurso, entendiendo por lengua un sistema lingüístico general de una comunidad y en el segundo caso el uso que se hace de la misma en la práctica. Al igual que Michard (2002, p. 132), consideramos insuficiente esta salvedad ya que todo se presenta como si la semántica de la lengua fuese impermeable a los antagonismos sociales. Por su parte, Arbogast (2017, p.16) y Baider, Khaznadar y Moreau (2007, p. 5) en consonancia con esta postura, agregan que cualquiera sea el uso de la lengua, ella testimonia implícitamente una concepción del mundo y de las relaciones sociales.

También, diversos estudios establecieron un vínculo entre la postura frente a la feminización y la pertenencia partidaria. Los partidos políticos más proclives a feminizar las denominaciones de profesiones se identifican con la izquierda (Kelemen, 2007, p. 21). A su vez, podemos establecer una división política entre los países francófonos frente al tema. Nuevamente, citamos el estudio de Tibblin (2019, p. 59) que evidencia una actitud positiva por parte de las francesas hacia el lenguaje inclusivo, pero esa aceptación es aún mayor entre los francoparlantes situados fuera de Francia, a pesar de ser la misma lengua.

Otra dimensión del debate concierne los estereotipos y según Charadeau (2018) la pregunta fundamental es si se puede ir en contra de ellos modificando la lengua. Más que una respuesta, presentamos aquí algunos ejemplos de su impacto en la representación social. Trabajos en el campo de la psicología social constataron que el género gramatical influye directamente en la representación asimétrica de las profesiones ejercidas por mujeres y hombres (Abbou, Aron, Candea y Marignier, 2018; Baider, Khaznadar y Moreau, 2007, p. 5 y Pérez Lacarta, 2015). Es el caso de directrice d’école pero directeur de cabinet, es decir, cargos de mayor jerarquía en género masculino y los de menor jerarquía pueden feminizarse. también vocablos que marcan una asimetría semántica (cfr. Fracchiolla, 2008, p. 8), por ejemplo, un homme public/une femme publique: un hombre que se dedica al ejercicio de una actividad pública mientras que la forma femenina es sinónimo de prostituta. Michel (2016b, pp.119-120)afirma que la mayoría de los ejemplos (86%) que ilustran una acepción no profesional remiten a una mujer: une excellente cuisinière; mientras que la gran mayoría de los ejemplos de acepciones profesionales se colocan en masculino (89%). Esta desigualdad semántica es reforzada por Larivière (2007, p. 51) quien señala la inexistencia de ciertos pares masculinos-femeninos en relación con profesiones tales como femme chef de famille, femme de paille, y frente al homme de confiance existe la femme de devoir

Esta asimetría, como lo anticipamos, se replica en la distinción de la feminización entre oficios y profesiones de los títulos, cargos y funciones. La Academia Francesa (2019, p. 11) a través del ejemplo del vocablo chef y la heterogeneidad de variaciones femeninas (chèfe, chève, cheffesse, cheftaine) afirma que el francés posee una débil tendencia a feminizar en el caso de cargos y funciones ubicadas en la cima de la escala social y que dicha resistencia aumenta a medida que se eleva la jerarquía. Por un lado, la Academia Francesa argumenta que una función es neutra, pues no señala la persona, sino que es un cargo que se ocupa (2019, p. 13). Por el otro, se ampara en el uso (2019, p. 15).

No obstante, desde el nivel morfosintáctico nada lo impediría. Asimismo, citamos a Else Bole (en Pérez Lacarta, 2015, p. 123) quien se pregunta si cuando se utiliza la palabra ministre se señala una función o a la persona que la ejerce. En la misma línea, Khaznadar (2002a, p.76) toma el siguiente enunciado “Le Président de la République est élu pour cinq ans”como ejemplo para cuestionar si es la función la que es elegida o la persona que cumplirá dicha función.

Un último aspecto por abordar en cuanto a la dimensión ideológica es el nombre empleado para este fenómeno: feminización. Si bien el reclamo busca hacer visible la presencia femenina, debe asumirse que los vocablos primarios son masculinos (Elmiger, 2008, p. 26). También Khaznadar (2007, p. 34) repara en esto al mostrar que no existe en ninguna gramática tradicional un capítulo sobre la masculinización de los sustantivos, aunque el mecanismo también se lleva adelante con la adaptación de profesiones, por ejemplo, assistent social. Como sostiene Abbou (2011, pp. 282 y 301), lo que está en juego no es la feminización sino el desplazamiento del masculino genérico; pero nadie, ni siquiera los promotores, emplean un nombre más preciso como démasculinisation.

6. El género gramatical masculino es noble, neutro y genérico

Tal como lo enunciamos al inicio de este trabajo, la clave de análisis se halla en los atributos del género gramatical masculino. El primer atributo, abordado en 3.1, de carácter moral, prácticamente ha desaparecido de los argumentos.

Con respecto a los otros dos, hay que distinguir neutralidad y generalidad a pesar de que están íntimamente relacionados. El primero, la neutralidad, sería legado latino. Algunos argumentos de esta herencia fueron expuestos y refutados en el apartado 3.2 pero es importante citar a Michel (2016b, p. 138) quien aclara que el neutro del latín no funcionaba como un hiperónimo que permitiera subsumir machos y hembras, sino que estaba reducido a la denominación de entidades inanimadas. Además, el masculino en tanto neutro con valor genérico es más cercano a un género común (uno y otro) más que un neutro (ni uno ni otro) (Michel, 2016b, p. 138). Esta idea del masculino como género neutro, según Arbogast (2017, p. 12), señala, más que una regla gramatical, un estado de representaciones sociales ya que con la marca sobre el femenino se impuso la capacidad del masculino a incluir el femenino, pero eso no lo transforma en género neutro.

Finalmente, el tercero, el valor genérico, fundado en el estructuralismo, nos conduce a otro aspecto no cuestionado por Charaudeau (2018): la capacidad representativa del género masculino. La misma Academia Francesa la enuncia explícitamente en su documento de 1984: el género masculino es extensivo dado que tiene la capacidad de representar por sí solo los elementos de uno y otro género. Por el contrario, el género marcado es privativo e instituye una segregación de sexo (Baider, Khaznadar y Moreau, 2007, p. 8). Es decir, el género gramatical masculino tiene doble valor: remite a una categoría universal pero también coincide con una subcategoría (varones) mientras que el femenino solo indica siempre una subcategoría (mujeres). Esto se constata en el ejemplo de Michard (2002, p.132) pues no es lo mismo decir Martha Argerich est l’une des plus grandes pianistes actuelles que Martha Argerich est l’une des plus grands pianistes actuels. Detrás de la diferencia en cuanto al número de representantes, se explicita una desigualdad del valor de cada género y de sus miembros difícil de negar.

Ahora bien, esta postura fuertemente presente en la lingüística francesa debe ser valorada como una percepción institucionalizada del género gramatical pero no la única ni la más objetiva. A su vez, resulta imposible desvincularse de la asimetría semántica que causan tanto la neutralidad como el valor genérico, al menos en la denominación de profesiones, títulos y oficios. Esto impacta directamente en los estereotipos y representaciones culturales que se reproducen constantemente.

7. Conclusiones

A partir de lo expuesto estamos en condiciones de señalar algunos puntos decisivos en torno a este tema. Es importante recordar la complejidad del debate y la superposición constante de argumentos de orden lingüísticos, pero también sociales y políticos particularmente relevantes en este momento histórico. Asimismo, es imprescindible reiterar que la feminización abordada en este trabajo es acotada a los sustantivos comunes que implican denominaciones de profesiones, títulos y oficios, lo cual no es necesariamente extensible a otros aspectos de la feminización.

Por un lado, siguiendo el orden de los fundamentos, desde la historia de la lengua no hallamos ningún argumento definitivo para rechazar o aceptar rotundamente la feminización de las denominaciones de profesiones, título y oficios. Sin embargo, el recorrido histórico nos ha permitido afirmar la influencia del contexto sociocultural androcéntrico sobre la lengua y la participación del discurso en la reproducción de esas condiciones. Esto marcó la evolución de la concepción del género gramatical y nos ha conducido hasta este debate. Siguiendo la perspectiva de la teoría de la marca hallamos dos argumentos radicales para rechazar la feminización: la neutralidad y el valor genérico del género gramatical masculino. El primero es altamente problemático desde lo intralingüístico y, si bien el segundo comparte esta condición, agrega factores extralingüísticos como la asimetría semántica y la motivación de estereotipos. Este es el puntapié inicial de los argumentos favorables a la feminización: la lengua francesa ha institucionalizado las desigualdades de género y es necesario visibilizar en el plano lingüístico la presencia femenina para lograr el equilibrio. Estos argumentos de orden extralingüísticos son reforzados en la medida que los demás países francoparlantes han tomado tempranamente un camino diferente.

En definitiva, ambas posiciones remiten a una problemática subyacente que es la relación entre la lengua y la sociedad. Quienes defienden la feminización perciben la lengua en tanto práctica social. En tanto, desde la postura contraria, quienes se alinean detrás las afirmaciones de la Academia Francesa, afirman que la lengua y el género gramatical, especialmente, no tienen relación directa con el sexo del individuo al que refieren ni las representaciones sociales que se derivan.

Por otro lado, desde el análisis diacrónico, podemos señalar que no hay una evolución unánime de las posturas a lo largo del tiempo, aunque la conciencia de la dimensión social es cada vez mayor. No obstante, cobra notoriedad la modificación de la posición de la Academia Francesa que, si bien inicialmente consideraba la feminización un contrasentido (2002), fue progresivamente aceptándola bajo ciertas condiciones para las profesiones de menor jerarquía. La neutralidad y el valor genérico del masculino son los argumentos sólidos que justifican la reticencia hacia la feminización de las denominaciones que conciernen grados y funciones de envergadura, aunque, como hemos podido mostrar, tienen una fuerte carga cultural. Para terminar, cabe preguntarse si es posible seguir sosteniendo argumentos que juzgan la lengua como una entidad independiente del medio y que niegan las consecuencias culturales de su uso.

Referencias

Abbou, J. (2011). L’antisexisme linguistique dans les brochures libertaires: Pratiques d’écritures et métadiscours (Tesis de doctorado no publicada). Universidad Aix-Marseille. Recuperada de: https://tel.archives-ouvertes.fr/tel-00643802/document.

Abbou, J., Arnold, A., Candea, M. y Marignier, N.(2018). Qui a peur de l'écriture inclusive? Entre délire eschatologique et peur d'émasculation: Entretien. Semen 44, 133-151 https://doi.org/10.4000/semen.10800

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Notas

2 Claude Favre de Vaugelas (1585-1650) fue un gramático francés autor la obra Remarques sur la langue française (1647) en la que se sentaron gran parte de las normas del francés.

Recepción: 10 Julio 2020

Aprobación: 07 Marzo 2021

Publicación: 01 Marzo 2022

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