Descentrada, vol. 6, núm. 2, e185, septiembre 2022 - febrero 2023. ISSN 2545-7284
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género (CInIG)

Traducciones

“Dilemas feministas: ¿cómo hablar sobre violencia de género en Medio Oriente?”, de Nadje Al-Ali. Un texto-puente para pensar la violencia de género en Medio Oriente desde América Latina

Carolina Bracco

Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina
Cita recomendada: Bracco, C. (2022). “Dilemas feministas: ¿cómo hablar sobre violencia de género en Medio Oriente?”, de Nadje Al-Ali. Un texto-puente para pensar la violencia de género en Medio Oriente desde América Latina. Descentrada, 6(2), e185. https://doi.org/10.24215/25457284e185

Resumen: El texto presenta una introducción temática a los debates propuestos en el artículo “Dilemas feministas: ¿Cómo hablar de violencia de género en Medio Oriente?” de Nadje Al-Ali desde una perspectiva latinoamericana. Se presentan conceptos y definiciones para el abordaje de la construcción patriarcal de esa región y la influencia del colonialismo en la construcción de los Estados-nación. Complementariamente, se recogen cuestiones relativas a la preminencia de la familia y la religión, así como su influencia en las posibilidades de participación política de las mujeres para destacar, finalmente, el rol fundamental de las organizaciones feministas en la transformación de la sociedad.

Palabras clave: Medio Oriente, Patriarcado, Estado-nación, Violencia de género, Colonialismo.

“Dilemas feministas: ¿cómo hablar sobre violencia de género en Medio Oriente?”, by Nadje Al-Ali. A bridge-text to think about gender-based violence in the Middle East from a Latin-American perspective

Abstract: The text presents a thematic introduction to the debates proposed in the article "Feminist dilemmas: how to talk about gender-based violence in relation to the Middle East?" by Nadje Al-Ali from a Latin American perspective. I introduce concepts and definitions to address the patriarchal construction of that region and the influence of colonialism in the processes of state and nation building. In addition, I address issues related to the preeminence of family and religion and their influence on the possibilities of the political participation of women to highlight, finally, the fundamental role of feminist organizations in the transformation of society.

Keywords: Middle East, Patriarchy, Nation-state, Gender-based violence, Colonialism.

1. Introducción

Hace algunos años, una colega de un país de Medio Oriente que residía en América Latina me expresaba su frustración al no poder “ir más allá de la introducción” al hablar sobre género y sexualidad en relación a su país de origen en nuestra región. La ausencia de una tradición, base institucional y disponibilidad de textos traducidos al castellano -por mencionar sólo tres cuestiones centrales- hace que el sentimiento de lejanía y extrañamiento tiña lo que se piensa y se escribe sobre las mujeres de Medio Oriente en una eterna introducción, en el mejor de los casos; o bien que se replique la narrativa del Norte, en el peor y más común.

Evitar los lugares comunes implica un esfuerzo mayor, que comienza por ser conscientes de nuestra propia posicionalidad y cómo ello configura la manera en la que pensamos y escribimos sobre temas como la violencia de género en Medio Oriente. En este camino sinuoso y lleno de trampas, pocas veces nos cruzamos con textos de autoras de referencia obligada para estos temas, como lo es Nadje Al-Ali, que aborde la complejidad, las contradicciones y las tensiones a las que nos enfrentamos como académicas y activistas feministas.

Fue justamente el interés en reflexionar sobre estas cuestiones el que nos reunió con Nadje para pensar juntas cómo tender puentes entre Medio Oriente y América Latina. Con esta intención, realicé una primera traducción del artículo en el marco del seminario de doctorado “Género, Feminismo y Modernidad en el Mundo Árabe”,1 que fue acompañada con una intervención de la autora. La acogida y el interés que despertó en mis alumnxs las reflexiones de Nadje por la cercanía que percibían con muchos de los debates que se dan actualmente en nuestros territorios -la centralidad de la sexualidad y el género tanto en los discursos progresistas como en los más reaccionarios, las “controversia de banderas”, o los muy discutibles posicionamientos de ciertos sectores progresistas en conflictos de la región- me impulsó a proponer la publicación de la traducción.2

El artículo (Al-Ali, 2019) -producto y reflejo de una trayectoria académica y activista prolífica- se presenta así como un puente, una vía de acceso que propone múltiples itinerarios a la vez que problematiza los binomios, los posicionamientos y las posicionalidades. Conscientes de la necesaria contextualización y conceptualización de los debates introducidos en el texto, la traducción se realizó con la intención de facilitar el acceso y la comprensión de los temas planteados, para lo cual la autora redactó una serie de notas al pie explicativas de conceptos y términos clave. Con la expectativa de facilitar a su vez el abordaje del texto para lxs lectorxs latinoamericanxs, propongo a continuación una presentación temática.

2. Algunas puntualizaciones introductorias

La configuración geopolítica actual de Medio Oriente surge de la caída del Imperio Otomano y el fin de los colonialismos territoriales europeos a mediados del siglo XX. Estos dos acontecimientos, y su interacción particular con las élites locales, así como la adopción del nacionalismo como nuevo lenguaje identitario, propiciaron la creación de Estados-nacionales que dejaron en el camino las ambiciones de independencia de los pueblos marginados de dichos proyectos.

Así, como sucedió en América Latina, la segmentación del territorio en Estados-nación se originó y se sostiene sobre la base de silenciamientos, genocidios, expulsiones y persecuciones con el intento de borrar la memoria de pueblos que atentan contra la narrativa de un pueblo-una nación-una lengua que impuso el paradigma del nacionalismo. La impronta colonial europea imprimió además la noción de que la mujer del “otro” era un territorio de conquista donde a su vez se impuso un ideal masculino ligado al militarismo. La influencia externa influyó decisivamente en todos los ámbitos de la vida, ya que con la retirada del Imperio Otomano (de carácter feudal y religioso), comenzó la hegemonía de una Europa que se proponía como secular, capitalista y moderna. Dicha influencia impregnó las relaciones sociales, de género y la autopercepción ante el “otro europeo”.

Además, se desarrolló una tendencia al interior de los movimientos nacionalistas en torno a concebir a las mujeres como símbolos de la modernidad al mismo tiempo que guardianas de la identidad cultural local. De esta manera, los discursos sobre la autenticidad de las mujeres se irguieron en el centro de los discursos populistas y paternalistas de las élites para luego ser retomados por los líderes tras las independencias de mediados de siglo XX.

En esta línea, el trabajo pionero de Deniz Kandiyoti (1991) introduce la premisa de que una comprensión de la condición femenina debe abordarse a partir del análisis de las trayectorias post-independentistas de los modernos Estados-nación y las variaciones en la utilización del islam en relación con diferentes nacionalismos, ideologías estatales y movimientos sociales opositores. En esta línea, sostiene que

La forma en la que las mujeres son representadas en el discurso político, el grado de emancipación formal que son capaces de alcanzar, las maneras en las que participan en la vida económica y la naturaleza de los movimientos sociales a través de los cuales pueden articular sus intereses de género están íntimamente ligadas a los procesos de construcción estatal y son sensibles a sus transformaciones (Kandiyoti, 1991, 2-3).

A la luz de los acontecimientos ocurridos en Medio Oriente en los treinta años que nos separan de esta afirmación, debemos tener en cuenta necesariamente las constantes transformaciones y conflictos que atravesaron sus poblaciones y la influencia que ello ha tenido en la vida y las posibilidades de las mujeres.

Al tratarse, además, de una región diversa donde confluyen, se solapan y se reivindican diversas identidades de género, clase, religiosas, sectarias, nacionales, lingüísticas, migrantes, rurales, urbanas, cualquier abordaje desde los estudios género y/o la militancia feminista sobre la región debe asentarse sobre la base del reconocimiento de esta gran diversidad y abordarse de manera interseccional para no caer en el esencialismo y la excepcionalidad con la que se trata habitualmente a la región como señala Nadje Al-Ali.

Y es también debido a la gran diversidad, así como a la inestabilidad social y política que atraviesan la mayoría de los países -aquí otra vez, como América Latina- que deben evitarse las generalizaciones que pueden ser arbitrarias e incluso racistas.

3. Construcciones tradicionales del género: Familia, Religión y Patriarcado

Ante la avanzada imperial, el ámbito de la familia se convirtió en el resguardo de la vida tradicional. Incluso las reformas hechas por el Imperio Otomano, empezando con los Tanzimat de 1839, que surgieron como respuesta a las presiones occidentales de modernización, afectaron todos los aspectos de la vida comercial pero no cuestiones de status personal, organización familiar o herencia. Según señala Kandiyoti

No sorprende que los ulemas (clérigos musulmanes), cuyo poder en la sociedad otomana fue restringido severamente por las reformas de los Tanzimat, reclamaran para sí la esfera del status personal y la legislación familiar. Más concretamente, este era la única área en donde el conservadurismo podía crear mayor consenso político (Kandiyoti, 1991, p. 9).

De allí que la centralidad de la familia -y la visión de la nación como una extensión de la familia- en la vida política, económica, social y religiosa tenga enormes implicaciones en las relaciones de género. Ello se refleja tanto en lo discursivo como en la legislación escrita y la práctica cotidiana y se reproduce en varios niveles de la vida política, incluyendo al activismo feminista. Por su parte, las instituciones religiosas se consideran a sí mismas como guardianas de la integridad familiar y demandan de las familias la fidelidad y el respeto que sostienen su autoridad dentro de la sociedad, así como sus influencias en la política. Además, el acceso a instituciones, trabajos y servicios públicos se logra generalmente a través de las conexiones familiares.

Para comprender la dinámica de este entramado puede ser útil la definición de patriarcado acuñada por Suad Joseph:

Es el privilegio de hombres mayores –incluidas las mujeres más mayores sobre las más jóvenes- y la articulación de modismos, estructuras y morales del parentesco en el servicio de un sistema de dominación basado en el género y en la edad. El patriarcado de la élite, el patriarcado de las instituciones religiosas y el patriarcado secular se refuerzan mutuamente en la reproducción de la dominación basada en el género y la edad (Joseph, 1999, p. 170).

Siguiendo esta definición, el patriarcado privilegia a hombres y personas mayores (incluidas las mujeres mayores) y ambos grupos tienden a reforzar y perpetuar esos privilegios. Desde la infancia, se les enseña a las mujeres a postergar sus deseos y necesidades en detrimento de los de los hombres y personas mayores de su familia. A su vez, a los hombres se les enseña a proteger y sentirse responsables por las mujeres y personas mayores de su familia. En esta asignación de roles, el apoyo económico masculino y la obediencia femenina –donde la noción del “honor” familiar ligado a la sexualidad femenina ocupa un lugar central- aparecen como dos caras de una misma moneda.

Entre las características principales del patriarcado tradicional se suele destacar que es patrilineal, patrilocal y endogámico, aspectos que se potencian entre sí y que refuerzan el sistema patriarcal. Por patrilineal se entiende que la línea de descendencia se establece a través del padre. La pertenencia a determinado linaje es transmitida a través de los hijos varones, quienes tienen la responsabilidad de sostener su reproducción y de proteger –y controlar- a los miembros. Las hijas permanecen ligadas al linaje paterno aún luego de casarse, favoreciendo el sistema patrilocal. La endogamia refiere a su vez a la preferencia por la unión matrimonial entre miembros de la misma comunidad religiosa, étnica o nacional. Así estarían constituidos los ideales femenino y masculino de no estar atravesados por los múltiples factores mencionados más arriba: conflictividad social y política, pertenencia a múltiples identidades fluidas y solapadas, factores económicos variables, etc.

En la mayoría de los países de la región, la familia es además una fuente de seguridad económica. Los deficientes sistemas de salud y seguridad social fuerzan a lxs mayores a depender de sus hijxs en la tercera edad. En los contextos de precariedad, donde segmentos de la población viven en Estados que los marginan y/o persiguen como es el caso de la población kurda en Turquía, o donde hay una ausencia del Estado como en Líbano, o se vive una situación de caos y la proliferación de milicias armadas le disputan la hegemonía de la violencia como en Iraq, estas condiciones tienden a reforzarse y la importancia de la familia o clan como fuente primaria de seguridad potencia su estructura eminentemente patriarcal.

En este contexto, la sociedad civil suele presentarse como una extensión de la configuración patriarcal de la familia donde los líderes religiosos y comunales son también los referentes políticos y, por lo tanto, quienes administran los recursos –institucionales, políticos, económicos- a través de las cabezas de familia. El lugar privilegiado de la familia patriarcal como modelo de construcción política en la sociedad hace que ésta sea patriarcal también. En esta configuración, los límites entre lo privado y lo público aparecen como difusos y se establecen continuidades entre ambas esferas que se traducen en el control comunal -a través de las estructuras políticas- de las mujeres y la limitación de su acceso, tanto a las instituciones como a la creación de espacios propios por fuera de las estructuras políticas creadas por los hombres y que perpetúan el sistema de privilegios. Así, el patriarcado permea todas las relaciones (familia, sociedad civil, Estado o estructuras similares donde las hay) por lo que las mujeres hacen frente al patriarcado en todas las esferas.

A nivel de la política, sucede a menudo que los líderes de las organizaciones y partidos toman el lugar de patriarcas. Esperan ser tratados como cabezas de familia, con la deferencia, el respeto y la obediencia que se les otorga a lxs mayores. Esto crea redes clientelares ligadas a la familia y la retórica familiar tanto en los círculos cercanos como en los discursos públicos suele utilizarse de manera bastante extendida como una manera de extender los valores familiares a sus seguidores apelando a esta forma de lealtad.

Sumado a ello, el acceso a la ciudadanía y la participación en la construcción política, limitado para los pueblos sin Estado como kurdxs y palestinxs, ha sido aún más constreñido para las mujeres. En contextos de persecución, marginación, desplazamientos forzados, se convirtieron en encargadas de la continuación de la vida y de la transmisión de la cultura en contextos donde además se refuerza el sistema-honor y la violencia de género por la frustración del ideal de la masculinidad tradicional que genera la pérdida de la casa/territorio/patria, la imposibilidad de sostener económicamente a la familia y la humillación sufrida por fuerzas de ocupación entre otros factores. Ante la carencia o ausencia de la figura del Estado, los hombres de las comunidades, clanes y familias son quienes en muchas ocasiones juegan el rol de administrar los recursos y la violencia. Las mujeres suelen percibir que tienen derechos por pertenecer a determinada comunidad y salirse del sistema de obediencia-protección tiene un costo que en muchos casos no pueden permitirse.

En este complejo entramado, los movimientos, espacios y construcciones feministas se configuran como los únicos proyectos políticos que desestabilizan la hegemonía de las construcciones patriarcales que habilitan la perpetuación de la violencia de género y con ello permiten crear espacios para imaginar formas alternativas emancipadoras de los pueblos. Creemos que esta premisa es, de cara al futuro, válida tanto en América Latina como en Medio Oriente y esperamos que los “dilemas” presentados sirvan de puente para la construcción de una mayor comprensión y colaboración entre ambas regiones.

Referencias

Joseph, S. (1999). Intimate Selving in Arab Families: Gender, Self, and Identity. Syracuse, NY: Syracuse University Press.

Kandiyoti, D. (1991). Women, Islam and the State. Philadelphia: Temple University Press.

Al-Ali, N. (2019). Feminist Dilemmas: How to Talk About Gender-Based Violence in Relation to the Middle East? Feminis Review, 122(1), 16-31. https://doi.org/10.1177%2F0141778919849525

Notas

1 Dictado el primer cuatrimestre de 2021 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
2 Agradezco la excelente predisposición y el entusiasmo de Descentrada para llevar adelante el proyecto así como de Feminist Review por conceder el permiso de publicación.

Recepción: 24 Mayo 2022

Aprobación: 14 Junio 2022

Publicación: 01 Septiembre 2022

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