Descentrada, vol. 7, núm. 2, e217, septiembre 2023 - febrero 2024. ISSN 2545-7284
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género (CInIG)

Lecturas críticas

Fernández Cordero, Laura (2021). Feminismos para la revolución. Antología de 14 mujeres que desafiaron los límites de las izquierdas. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 256 páginas

Melody Lucha

Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina
Cita recomendada: Lucha, M. (2023). [Revisión del libro Feminismos para la revolución. Antología de 14 mujeres que desafiaron los límites de las izquierdas por L. Fernández Cordero]. Descentrada, 7(2), e217. https://doi.org/10.24215/25457284e217

Resulta pertinente considerar algunas cuestiones que aparecen apenas abrimos el libro Feminismos para la revolución. Antología de 14 mujeres que desafiaron los límites de las izquierdas. Laura Fernández Cordero, con una rica trayectoria en el estudio del universo cultural y político de las izquierdas del siglo diecinueve y veinte, desde una perspectiva crítica y feminista, se remonta a esos tiempos para compartir fragmentos de vidas desafiantes, deseosas. En su Introducción titulada Voces de otros tiempos memorables, marca un norte claro en torno a dos cuestiones centrales de la selección que compone el libro: la izquierda y el feminismo. Ambos, que desde su título se denominan en plural, vislumbran aspectos amorfos, heterogéneos y desbordantes.

Feminismos para la revolución se compone de catorce fragmentos que recuperan las voces de mujeres y hombres. Cada uno corresponde a un capítulo que siempre toma el nombre del autor o autora en cuestión. A su vez, cada historia de vida está encabezada por una introducción que busca contextualizarla históricamente, comprenderla en el marco de su realidad circundante y recoger los ecos de esas “voces quebradas” (Fernández Cordero, 2021, p.14) que resuenan en la actualidad. La selección presenta vidas que se rozaron, se leyeron, se admiraron. Abraza tanto la variedad sonora entre quienes eligen las palabras o el silencio,1 como la variedad de géneros, a través de las distintas formas que toman los escritos.

Fernández Cordero nos adelanta que, si bien estas trayectorias vitales han sido disímiles, fueron parte de los espacios de las izquierdas impulsando “la emancipación femenina” o “la cuestión de la mujer” en la agenda política. En tiempos turbulentos, de lógicas cambiantes, se hacen presentes temáticas polémicas para la época que se retoman con especial énfasis y que siguen interpelando nuestro presente. El conjunto da cuenta de una marea feminista con fuerza histórica que nos recuerda que, en el pasado como en la actualidad, no ha existido una homogeneidad en los feminismos. Aquí, se encuentra latente la heterogeneidad que existe en la multiplicidad de voces que se posicionaron por un mundo más justo, sin explotación.

La invitación a la relectura de esas ideas pretende aportar a una mirada autocrítica hacia el interior de los feminismos, así como de la canonización de ciertas figuras de las agrupaciones militantes. Estos escritos se vuelven exigentes de una lectura seria, teniendo en cuenta que “adentrarse en el pasado feminista ayuda a contrarrestar los análisis que tienden a clausurar al feminismo buscando una coincidencia con el fin del ciclo revolucionario de las izquierdas” (Fernández Cordero, 2021, p. 21).

Una última mención merece la línea de análisis transversal de esta antología, que refiere a la inexistencia de un ideal de Mujer, debido a que se encuentra en permanente construcción. En palabras de Fernández Cordero, “ni biologías ni esencias femeninas fueron viables para sostener una Mujer indiscutida, y esa inestabilidad, que se vislumbra en cada texto de esta selección, encontrará su síntesis, a mediados del siglo XX, con Simone de Beauvoir” (2021, p. 19). Teniendo en cuenta esta idea, es posible -sino inevitable- trazar un paralelismo con la implicancia del término feminismos, dado que “el feminismo no participa como un partido compacto ni como un movimiento con contornos definidos, sino como forma de enunciación singular” (Fernández Cordero, 2021, p. 22).

Finalmente, el carácter crítico y a contrapelo que se percibe en estas 256 páginas es propio también de la editorial que lo publica. Desde finales del siglo pasado, Siglo XXI Editores responde a las demandas propias de cada época, aporta a los tiempos de renovación disciplinar y da cuenta, en su catálogo, del florecimiento de diversas producciones frente a realidades cambiantes.

El primer fragmento trae la historia que tienen tras de sí los movimientos por la liberación de la mujer y por la igualdad entre los varones y las mujeres. Aquí, nos encontramos con la francesa Claire Démar (1800-1833), quien marca el escaso vínculo existente entre las mujeres a la hora de unirse en pos de su libertad, de la no explotación y de la libre elección del amor. Frente a una sociedad de matrimonios arreglados, Démar comprende otros tiempos a la hora de conocer el alma de ese otro/a con quien se habrá de pasar la vida. En paralelo, sostiene palabras cargadas de fuerza que pregonan por la libertad de la crianza de niñas y niños que se abren al mundo. Según sus escritos, la importancia de la libertad radica en que esta embellece a la sociedad, como bien lo ha demostrado el fin de la esclavitud.

También en Francia, Charles Fourier (1772-1837) reflexiona acerca del goce, el placer y la sexualidad. Sin temor de sostener que es posible y necesario pensar en “el nuevo mundo amoroso” (Fernández Cordero, 2021, p. 51), propone nuevas formas de vincularse y un disfrute que escape a los estrechos márgenes de las juventudes. En una sociedad que practicaba la poligamia en secreto, dejando de lado las inclinaciones naturales del ser, nos llegan estas palabras que sostienen que el amor vinculado a la pareja limita.

Fernández Cordero nos adelanta que en el interior del libro nos encontramos con vidas que dialogan. Flora Tristán (1803-1844), lectora de Fourier, con una trayectoria vital muy dura y de poderosa pluma, era consciente de aquellas injusticias que azotaban a los trabajadores. En sus textos invoca a obreras y obreros a unirse y accionar, a obrar por su propia causa, ya que eran sabidas sus condiciones miserables y, aun así, nadie actuaba en su nombre. Como un torbellino que devora el todo, las consignas que nos llegan velan por una educación para los niños y por salud para los enfermos. Como Claire Démar en sus escritos acerca de la esclavitud, Flora nos recuerda que, librados del antiguo régimen, desde las filas del proletariado surgieron artistas, poetas, hombres que embellecieron aún más a Francia. Nos plantea que, así como ha llegado su reconocimiento, va a llegar el ’892 de las mujeres. Cuando ellas, “la mitad del género humano” (2021, p. 65), aporten a ese esplendor con su capacidad e inteligencia, aquella belleza se verá exaltada. Infaltable, retoma a Mary Wollstonecraft (1759-1797), tan presente en nuestra actualidad y tan oculta en la primera mitad del siglo diecinueve, para coincidir en que el progreso sólo puede ser con educación para los dos sexos. La bandera que nos lega recuerda que las mujeres deben gozar de los mismos derechos civiles y políticos que los varones, porque ellas también se encuentran dotadas de razón.

Del mismo modo daba respuesta Jenny D'Hericourt (1809-1875) a los modernos de su tiempo, al decir que la mujer debía estar en igualdad de derecho respecto del hombre. Remarcaba la importancia de reconocerla, declararla libre ante la ley social, moral y en el mundo del trabajo. Fuertemente crítica, con sabor a orgullo y honor, D'Hericourt se pone de pie con firmeza y destaca la belleza que habita en el reconocimiento mutuo de hombres y mujeres, contestando a quienes opinan libremente lo contrario. El fragmento seleccionado es la respuesta a su contemporáneo Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), quien acuñó la idea de “minusvalía del sexo” para sostener que la mujer no podía igualar al hombre sencillamente porque era inferior.

Claro que no todos los varones de la época compartían este pensamiento. En esta discusión, asimismo, intervino Joseph Déjacque (1821-1865) quien admiraba a Proudhon pero lo acusaba de masculinista, sosteniendo que hombres y mujeres formaban parte de un todo.

Como en la mayoría de las urbes del mundo, en la Buenos Aires de fines del siglo diecinueve se encuentra muy presente el anarquismo. Dentro de este movimiento, las mujeres hallaron distintos medios para comunicar cuáles eran sus banderas. Uno de ellos fue el diario La Voz de la Mujer (1896-1897), desde donde le dieron fuerza y forma a las ideas que sostenían, afirmando que la revolución social no era posible sin la emancipación de la mujer y el amor libre. El capítulo que toma este nombre rescata cómo se elevan esas voces frente a quienes las preferían calladas. Extraordinaria y felizmente, nos siguen conmoviendo esos ideales que pregonan “sin Dios y sin jefe”. La lucha para ellas fue cotidiana y ocupó múltiples espacios. Así nos recordaba Fernández Cordero, en este como en otros fragmentos, el profundo abrazo entre lo personal y lo político.

Las mujeres que encontramos a lo largo del libro que nos convoca tienen varios puntos de contacto, así como también cuestiones que las diferencian unas de otras. En esto radica la riqueza de cada fragmento. En la obra se hace referencia a lo disímiles que pueden llegar a ser estas figuras. No existe un ideal de mujer entre ellas, sino una construcción en la diversidad, acorde también -por supuesto- a su contexto histórico. Quizá la lectura de la seguidilla de fragmentos de La Bella Otero (1868-1965) y de Clara Zetkin (1857-1933) sea esclarecedora en este sentido.

La primera de ellas fue una figura muy reconocida en la Belle Époque parisina. Sus escritos acerca del disfrute del cuerpo y el placer terrenal generaron una gran atracción, así como también una polémica controversia. La segunda, Clara, llevó la lucha política encarnada en el cuerpo y creyó fervientemente que había que cambiar todo lo que debía ser cambiado. Fue una dirigente y activista por los derechos de los proletarios y las mujeres. A su vez, Zetkin marcaba una diferencia con aquel feminismo burgués alemán, falto de contenido y ajeno a las necesidades de las mujeres trabajadoras. Rechazaba sus ideas reformistas desde un movimiento decididamente revolucionario. Las mujeres trabajadoras sostenían la imposibilidad de traicionar sus principios marxistas. La diferencia radica en la cuestión de clase, que hace que la lucha de las mujeres, de un lado y del otro, no pueda estar aunada.

En las memorias de Clara sobre las charlas con Lenin, en el correr de 1920, aparecen algunos lineamientos claves para un movimiento femenino de carácter internacional, con bases teóricas comunistas claras. Los debates que se dan al interior del movimiento de mujeres tales como el problema sexual y el problema del matrimonio preocupan a Lenin. Zetkin lo plantea como una oleada de nuevas formas de vincularse socialmente, de nuevas relaciones y actitudes humanas. Esas discusiones ponen al descubierto los principios de la sociedad burguesa y el entusiasmo por transformarlos, así como también nos dejan entrever cuál era la agenda a la orden del día. Para Lenin, con la revolución proletaria vendrían las renovaciones en las demás cuestiones. El camino hacia un horizonte político claro y cuidadoso del desvío en aquellos asuntos era tarea de Clara, y la tomó con apasionada convicción.

Del otro lado del Atlántico, María Abella Ramírez (1863-1926), quien no era anarquista ni comunista, sino docente y feminista, lanzaba una fuerte crítica a la moral cristiana y a sus implicancias en términos sociales. Esto último, teniendo en cuenta lo que significa para la mujer en particular, iba acompañado en sus escritos por certezas acerca de la necesidad del divorcio absoluto y de la libertad en el amor. Particularmente, despertaron polémicas sus duros cuestionamientos a la cantidad de dinero destinado a los bolsillos de los curas en nombre de la causa de Dios.

Entre los nombres que desbordan estas páginas nos encontramos con una Rosa Luxemburgo (1871-1919) difícil de definir. Polémica, revolucionaria, marxista y crítica, nos sigue asombrando con su apasionada escritura desde lo profundamente íntimo y político. Defensora de la socialdemocracia y gran amiga de Clara Zetkin, sus gritos de lucha iban en pos de obtener mejoras para el proletariado. Dando respuesta a algunos debates de la época acerca de si debía realizarse la Reforma o la Revolución, sostiene firmemente que el fin último es la segunda. Ella da cuenta de la necesidad de que los obreros conozcan las polémicas en torno a las bases teóricas del movimiento ya que, al tomar las “armas del socialismo científico” (Fernández Cordero, 2021, p. 160), el movimiento pisaría firme sin desviarse del rumbo.

Al acercarnos al final del libro, sus páginas parecen una bocanada inmensa que se abre y atrapa. Personalmente, uno de los fragmentos que más me conmovieron es el de Aleksandra Kollontay (1872-1952). En estas historias que se rozan, Fernández Cordero nos cuenta que Zetkin, Luxemburgo y Kollontay se encontraron en la Primera Internacional de Mujeres Socialistas de 1907 en Stuttgart. Todas luchaban por un ideal, por ver el mundo libre de injusticias. En el capítulo de Aleksandra aparece lo íntimo, el alma desnuda frente a las contradicciones de dejar su hogar y su familia por sus ideales. Finalmente, el impulso de cambiarlo todo mueve a Kollontay hacia adelante. Este texto da la sensación de tener una bitácora en las manos que nos permite acompañarla en sus andares por las calles de Dinamarca y de Noruega, así como saborear los espacios de discusión internacionales de mujeres, en donde se dejan entrever sus particularidades, intereses y desacuerdos. Estas mujeres estudian y se preparan para dar respuestas a sus adversarios y a sus camaradas. El objetivo era claro: trabajar por la liberación de los trabajadores, por los derechos de las mujeres y el pueblo ruso. La felicidad que despierta la noticia de la revolución, los acontecimientos en Rusia, la incertidumbre y la entrega pese al cansancio, son estados que no pasan desapercibidos.

Si se trata de entrega, aparece Emma Goldman (1869-1940) invitando a habitar nuevos espacios, a escucharse a una misma, a responder a nuestros deseos. En su introducción bibliográfica nos encontramos con una mujer que defiende la belleza, el amor, la libertad y los bailes. En la lectura de sus escritos surgen distintos sabores dulces, amargos, contrapuestos. Leemos sobre la dureza de su infancia, su padre violento, la dulzura de sus hermanos y su entrega al ideal del anarquismo, así como la contradicción que despierta en ella amar a dos personas al mismo tiempo. Definida como una mujer peligrosa, vemos a alguien que se moviliza contra las injusticias en las cárceles y en las calles. Ver a la Rusia revolucionaria con sus propios ojos le despierta contradicciones. Allí, Emma se encuentra con ejecuciones, injusticias y valores humanos traicionados (Fernández Cordero, 2021, p. 221).

Las temáticas que abarca no se agotan. Ella que hubo de renunciar a su anhelo de ser madre, nos escribe sobre la importancia de la libertad en el crecimiento del niño, de que conserve su mirada de asombro en un mundo que se encuentra necesariamente en movimiento. Propone defender una libertad que se ve coartada diariamente por los padres, las instituciones y la misma sociedad. Por el contrario, para la autora, se debe impulsar una educación libre y potenciar sus tendencias innatas.

En las primeras páginas del libro, Fernández Cordero nos hablaba de dos movimientos muy presentes en todo este trayecto: los feminismos y las izquierdas. Volcándonos hacia Argentina, Ana Piacenza (1906-1972) también nos planteaba que estos dos movimientos, la emancipación de la mujer y el anarquismo, no necesariamente van ligados y las mujeres deberán hacer su propia revolución.

Estas cuestiones que nos llegan como palabras escritas han sido, también, acciones diarias en la vida de estas personas. Para finalizar, retomo de esas primeras páginas algo que me ha quedado resonando adentro. El feminismo se presenta como “forma de enunciación singular”, no como un todo homogéneo y compacto. En este sentido, la antología nos abre a quienes pusieron el cuerpo militante, pero también a aquellas que batallaron con su pluma poeta, como María Lacerda de Moura (1887-1945).

Feminismos para la revolución no es una mera recopilación, sino que apela a la lectura y la relectura crítica a partir del diálogo que traza con los escritos. Se trata de una invitación a cuestionar lo que damos por entendido, como la heterogeneidad histórica de los movimientos feministas o la canonización de ciertas figuras en las agrupaciones políticas. Nos interpela con discusiones y debates en torno al amor, la sexualidad, el placer, la igualdad de derechos, que resultan profundamente actuales otorgándoles historicidad, como puente entre ese pasado histórico y nuestro presente.

A quien desee conocer un poco más de aquellos seres cuyos nombres llegan a nuestros oídos con la fuerza de un mar embravecido, se le advierte en esta reseña que se encontrará con vidas humanas, dubitativas, contradictorias, con un amor tal por sus creencias que hace que sus escritos trasciendan siglos y fronteras.

Notas

1 Fernández Cordero retoma a María Lacerda de Moura haciendo referencia a su “silencio estratégico”. Librepensadora, maestra y autodidacta, Lacerda “convertía los agravios en prueba de la fuerza de sus verdades. (...) Los dejó hablar, y dedicó su última conferencia al poder del silencio. Se mantuvo acallada hasta los años ochenta, cuando fue recuperada por feministas que la hicieron audible para el presente” (2021, p. 240).
2 Flora Tristán hace alusión a la Revolución Francesa de 1789. La adquisición de derechos políticos, civiles y sociales adquiridos por los varones, devenidos en individuos con plena igualdad, “dieron a Francia un esplendor que nunca había tenido” (Fernández Cordero, 2021, p. 64). Siguiendo con esta línea, Tristán postula que cuando se produzca ese reconocimiento hacia las mujeres “la riqueza de la sociedad crecerá indefinidamente” (2021, p. 65).

Recepción: 22 Marzo 2023

Aprobación: 17 Agosto 2023

Publicación: 01 Septiembre 2023

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